Conversión «Dios me llamó para que trabajara para él cuando tenía once años. Ese verano fui a un campamento juvenil con una beca de trabajo, ya que mis padres no podían pagarme la matrícula. Lo pasé muy mal. Los otros muchachos me decían «el flaco» o «el hijo del predicador», y se burlaban de mis lentes gruesos. Cuando escogían a los que iban a formar parte de un equipo para un juego determinado, nadie quería al flaco. Recuerdo una vez que quedamos seis sin escoger para ninguno de los dos equipos para un partido de básquetbol. Bud Impesivo, excelente atleta pero que también me parecía en esa época el peor abusador del mundo, gritó: «¡Tomaremos a estos cinco si se quedan con el flaco!». Así fue todo el tiempo en ese campamento. Había ido con la esperanza de disfrutar de un cambio en relación con la escuela, donde había estado sacando malas notas en clase y pasando momentos difíciles fuera de ella, pero resultó todavía peor en...
"Yo soy la Vid verdadera... (Juan 15)