Margaret E. Barber es un nombre bastante desconocido, no sólo en el mundo,Sino también entre los cristianos.
Fue misionera, pero bien diferente de David Livingstone o Hudson Taylor, que Realizaron grandes cosas por el Señor. El área de su obra estuvo restringida a sólo Una pequeña aldea de la China. Ella escribió, mas no fue como Carlos Wesley o Isaac Watts, cuyos himnos aparecen en casi todos los himnarios. Ella amaba Al Señor, pero aunque había alcanzado gran madurez espiritual, no fue como Madame Guyon, Andrés Murray o F.B. Meyer, que dejaron muchas publicaciones Edificantes para las generaciones futuras.
Se asemejaba a una pasajera
solitaria, Que entró a este mundo silenciosamente en 1869 en Peasenhall, Suffolk (Inglaterra), y que sesenta y un años más tarde partió también Silenciosamente.
En su vida, ella respondió al llamado del Señor dos
veces, para dejar su familia, su tierra natal y viajar a China, un país
bastante desconocido y atrasado en aquella época. Entregó silenciosamente el
mejor período de su vida al Señor, y le fue fiel hasta la muerte.
No fue en vano
Cuando Miss Barber fue sepultada, un hermano citó la historia de María
de Betania (Juan 12:1-8) diciendo que ella también había hecho todo cuanto
pudo. Más tarde, el hermano Watchman Nee, que no estaba presente en el funeral,
y que fue grandemente influenciado por ella en su vida espiritual, hizo la
siguiente observación: “Ella realmente se desperdició para el Señor”.
Algunos hermanos jóvenes de China, que fueron muy ayudados por ella, se
preocupaban por su actitud y se admiraban porque no salía a dirigir reuniones y
a trabajar activamente en otros lugares. Por el contrario, vivía en aquella
pequeña aldea donde nada acontecía. Aquello parecía realmente un derroche.
Hasta el mismo hermano Nee, que más tarde se ‘desperdició’ por
aproximadamente veinte años en una prisión, en aquella época la visitaba y casi
le gritaba: “Nadie conoce tanto al Señor como usted, y su conocimiento de la
Biblia es también profundo y vivo. ¿Usted no ve las necesidades a su alrededor?
¿Por qué no hace algo? Usted parece que vive aquí sentada sin hacer nada; está
gastando su tiempo, su energía, su dinero, todo en vano”. Hoy, muchos años
después, podemos entender su actitud. Dios estaba plantando una semilla de vida
en la China, una semilla solitaria, humilde y oculta. El Señor hizo que brotase
y fructificase abundantemente. Pero lo más maravilloso es que Dios hizo que
diese fruto más tarde, cuando ella no podía saberlo.
Una luz fuerte
Quienes están familiarizados con el libro “La vida cristiana normal”, de
Watchman Nee, descubren que él frecuentemente se refiere a una hermana ya mayor
que ejerció la influencia más grande en su vida. Se trata precisamente de la
hermana Margaret E. Barber. Cuando supo que el Señor se la había llevado, él
dijo: “Ella era una persona muy profunda en el Señor; su comunión con el Señor
y su fidelidad a él, a mi modo de ver, son muy difíciles de hallar en el
mundo”. Más tarde, en sus mensajes, en la comunión y en las conversaciones privadas,
la mencionaba a menudo. La describía como “una cristiana brillante; cualquier
persona que entraba en su cuarto, ya sentía la presencia de Dios.” En 1933,
cuando el hermano Nee visitó Inglaterra y Estados Unidos, encontró muchos
cristianos famosos. Con todo, después dijo: “Es difícil encontrar una persona
como la hermana Margaret. Probablemente sólo un hermano pueda ser comparado con
ella”. En 1936, cuando conversaba con un colega sobre el servicio y la obra de
Dios, suspiró y dijo: “Si la hermana Margaret todavía estuviese aquí, nuestra
situación sería muy diferente”.
Cuando el hermano Nee comenzó a trabajar para el Señor, resolvió que de
cualquier manera tenía que obedecer la voluntad de Dios. Él pensaba que estaba
obedeciendo la voluntad de Dios; sin embargo, todas las veces que se encontraba
con la hermana Margaret y conversaba un poco, o leía un poco la Biblia con
ella, descubría que estaba lejos del blanco. Cuando Miss Barber estaba viviendo
en Pai Yan Tan, ella siempre hablaba con el Señor, pero el Señor no hablaba
sólo a través de las palabras de ella, sino también a través de su persona. El
hermano Nee dio una vez el siguiente testimonio: “Yo había oído muchas veces a
personas hablar sobre la santidad, por eso resolví saber un poco más sobre esa
doctrina. Tomé un Nuevo Testamento y encontré unos 200 versículos sobre el
asunto. Los anoté y los clasifiqué, sin llegar todavía a saber lo que es la
santidad. Me sentía vacío. Mas un día encontré una hermana mayor que era una
persona santa. Desde aquel día mis ojos se abrieron y vi lo que era la
santidad. Aquella luz era realmente fuerte. La luz aquella me hizo sufrir, y no
pude dejar de ver lo que era la santidad.”
“Nada para mí“
En 1922, la hermana Margaret tenía más o menos 53 años, y el hermano Nee
era muy joven, convertido hacía apenas dos años. Él tenía en su corazón muchos
planes propios que esperaba que Dios aprobase. Pensaba cuán maravilloso sería
si uno a uno se llegaran a realizar. Cuando él llevaba esos asuntos a la
hermana Margaret, intentaba convencerla de que debían ser realizados. Pero
después él daba testimonio: “Antes de abrir yo la boca para explicar mis
planes, ella hablaba un poco y todo parecía demasiado para mí. La luz que de
ella irradiaba me hacía sentir avergonzado. Descubrí que mi manera de hacer las
cosas estaba llena de elementos naturales del hombre, y era muy carnal. Cuando
la luz llegaba, algo sucedía y yo era llevado a una posición en que tenía que
decir a Dios: “Señor, mi vida está concentrada en actividades carnales, mas
aquí está una persona que no vive así. Ella sólo tiene un motivo y un deseo:
vivir para Ti”. Miss Barber anotó estas palabras en una página: “Yo no quiero
nada para mí misma; quiero todo para mi Señor”. Realmente toda la vida de Miss
Barber estuvo de acuerdo con su oración...
tomado de : https://prisionerodecristo.wordpress.com/2008/04/03/307/
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