Imagen de Gábor Bejó en Pixabay Kibrot-hataava (tumbas de los codiciosos) Números 11:34 ¿Alguna vez has deseado algo con tantas ganas que no puedes pensar en otra cosa? Tener deseos es algo muy natural, el problema sería cuáles son nuestros deseos y a qué nos inclinan. En este pasaje leemos cómo la codicia del pueblo les trajo la muerte. La gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo y el pueblo se unió a ellos llorando por familias al pie de sus tiendas pidiendo carne ¿te imaginas la escena? Cuando el Señor Jesús rescata un alma de Egipto (el mundo), deja atrás TODO. La antigua vida con sus costumbres cambia completamente y hasta el alimento espiritual pasa a ser una 'dieta celestial' especialmente preparada. Una de las pruebas del desierto para el creyente, es alimentarse de sólo la comida que Dios le provee, aunque le parezca 'rutinaria y baja en grasas'. Nuestra mala naturaleza pide la vieja dieta, la misma que rechazó...
"Yo soy la Vid verdadera... (Juan 15)