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Kibrot-hataava (tumbas de los codiciosos)
Números 11:34 ¿Alguna vez has deseado algo con tantas ganas que no puedes pensar en otra cosa? Tener deseos es algo muy natural, el problema sería cuáles son nuestros deseos y a qué nos inclinan. En este pasaje leemos cómo la codicia del pueblo les trajo la muerte. La gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo y el pueblo se unió a ellos llorando por familias al pie de sus tiendas pidiendo carne ¿te imaginas la escena?
Cuando el Señor Jesús rescata un alma de Egipto (el mundo), deja atrás TODO. La antigua vida con sus costumbres cambia completamente y hasta el alimento espiritual pasa a ser una 'dieta celestial' especialmente preparada. Una de las pruebas del desierto para el creyente, es alimentarse de sólo la comida que Dios le provee, aunque le parezca 'rutinaria y baja en grasas'. Nuestra mala naturaleza pide la vieja dieta, la misma que rechazó Daniel cuando fue llevado cautivo a Babilonia, y no quiso comer los manjares del enemigo por amor a Dios.
En el desierto de nuestras vidas, lo que hará la diferencia es el amor que tengamos a nuestro Señor Jesucristo. No es fácil atravesar un desierto comiendo siempre lo mismo, pero ¿en verdad es lo mismo? he aquí un secreto:
Lamentaciones 3:22-23 "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad". Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Es nuestra dulce comunión con Dios cada día, la que renueva nuestras vidas en el desierto. El agua de la Roca Eterna siempre está presente y es un sabor nuevo y refrescante para el corazón humilde y lleno de gratitud. Es la renovación de nuestra mente en las escrituras (el maná) la que transforma nuestra forma de pensar y la forma en que concebimos esta vida actual. Nos hace amar a Dios y al prójimo con nueva gracia celestial. Ej: un matrimonio cristiano sigue unido al pasar los años (y a pesar de los años ) y aún se aman, ¿por qué? Porque Cristo está en esa relación vivificando lo que la carne quiere matar. La pareja ha invitado a Dios a su hogar y abunda en ellos la gracia. Llegarán las aflicciones, pero saldrán avante por Su misericordia.
Efesios 4:22-24 "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad". Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Hay deseos engañosos y hay deseos legítimos. Debemos discernir con la ayuda del Señor, si nuestros deseos ardientes en verdad nos llevarán a la vida Eterna o, por el contrario, nos llevarán en declive hasta que perdamos la herencia y muramos en este viaje.
Kibrot-hataava también nos anuncia una esperanza:
¿Quieres continuar rumbo a la meta? Debes enterrar tu codicia en este desierto. Cualquier anhelo diferente a conocer y amar más a tu Dios. Si el Señor te va a conceder los deseos de tu corazón, será mejor que hagas morir en ti toda codicia por la comida de Egipto o terminarás en un rotundo fracaso. Nosotros cantamos: "Tú saciarás el anhelo del corazón, sanarás y vendarás al quebrantado. Me probaste como a plata y guardarás mi alma, en sombra o en luz"
Contempla al Cristo crucificado, mira las heridas en su cuerpo y el castigo indecible que soportó por ti, ¿cómo no vas a amarle? Sí, tú le amarás, cuando arrepentido, rindas tu corazón a tu Rey Celestial.
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