Etam

"Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, al borde del desierto." 
(Éxodo 13:20) 
Esta fue la segunda jornada de los hijos de Israel. Era el lugar límite entre el río Nilo y el desierto. La entrada al largo y duro desierto.
A sus espaldas dejaban las tierras fértiles del único mundo que habían conocido para aventurarse, guiados por el buen pastor, en un viaje que duraría 40 años. Y no precisamente porque Dios lo quiso así, fue su recurrente incredulidad la que les hizo dar rodeos tantos años. Aún así, es hermoso saber que al inicio de este viaje, el Todo Poderoso ¡ya sabía todo lo que acontecería a su pueblo! y a pesar de sus pecados y errores él los guió a un plan maestro de redención.

Al ser vez primera que los israelitas cruzarían el desierto, ya no podían depender de sus propias fuerzas. Etam es el lugar para los cristianos donde el Señor nos lleva al final de la confianza propia. Romanos 7:18 "Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no." esta parada nos representa el final de nuestra vida en el mundo, con las comodidades que pudo ofrecernos, con tal que siguiéramos siendo esclavos de Satanás. Es como si Dios nos dijera: Hijo mío/Hija mía, este es el límite, el último vistazo al reino de las tinieblas, de ahora en adelante verás un enorme desierto, la senda que he escogido para que andes por ella y seas "transformado(a) de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor" pero no temas, yo seré una nube refrigerante en el calor y una columna de fuego en la helada noche. Mi presencia irá contigo y te daré descanso.

Piensa en estos días, ¿has experimentado situaciones en las que estas al límite? los problemas de la vida en los que sólo dependemos de Dios, son el gimnasio de la fe y la tumba de la auto-confianza. De Etam no podemos huir, pero lo cruzaremos cuantas veces sea necesario hasta que aprendamos que Dios es real, y que sólo él puede llevarnos a la meta.


He aquí unas pocas palabras sobre la amada misionera a la India Amy Carmichael, un inspirador ejemplo de confianza en Dios:



Cuando le pedían a Amy algún consejo sobre el llamado y el trabajo misioneros, ella solía responder: “A quien la Mano Divina esté llamando: debe hacer sus cuentas, porque Él nos llama, pero que haga sus cálculos al pie de la Cruz y ahí considere el costo” (léase Lucas 9:57-62; 14:28-33). Si alguien quería unirse a su equipo de trabajadoras, Amy les decía: “No vengan a menos que puedas decirle al SEÑOR y a nosotras: «Es la cruz lo que me atrae»…” (léase Lucas 14:26-27). 

La pregunta de Amy para aquellos que querían ser parte de su equipo tenía relación con cuánto más podrías dar el amor: “Se puede dar sin amar, pero no se puede amar sin dar”. Ella no trataba de romantizar las misiones. Dejó en claro que el servicio sería solo posible por un amor profundo por Dios y por las almas que no conocen del Evangelio. Ella nunca evitó hablar del calor, el aislamiento, la soledad, las condiciones primitivas, las enfermedades y la muerte. Las heridas y las cicatrices se daban por sentado. Mas adelante, estas experiencias dolorosas de las misiones inspiraron a Amy a escribir su poema “¿Sin cicatrices?”:

¿No tienes cicatrices?
¿Alguna marca oculta en el pie, en el costado, en la mano?
Te oigo cantar como poderoso en la tierra,
Les oigo clamar por tu estrella ascendente y brillante,
¿No tienes cicatrices?

¿No tienes cicatrices?
Yo fui herido por los arqueros, usado,
Clavado contra un árbol para morir; y desgarrado
Por bestias rapaces que me persiguen, desvanecí:
¿No tienes heridas?

¿Sin heridas? ¿Sin cicatrices?
Como el Maestro, así el servidor será,
Perforados han de estar los pies que me han de seguir;
Pero los tuyos están sin ningún daño:
¿Habrá llegado lejos quien no tiene ni heridas ni cicatrices? 










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