by David Wilkerson
[May 19, 1931 – April 27, 2011]
En ocasiones, a lo largo de años en el ministerio, he sido sobrecogido por enemigos que se levantaron contra mí.
En aquellos momentos, sentía la
disciplina del Señor como una vara en mi espalda. Recuerdo un periodo en particular, cuando yo estaba siendo calumniado por todos los lados.
Otros ministros me preguntaban: "David, estoy oyendo cosas cuestionables acerca de ti. ¿Son ciertas? Todo este asunto acerca de ti, ¿viene del diablo o es Dios tratando de hablarte?"
Incluso esa pregunta me ofendía y el dolor emocional de todo esto me aplastó totalmente. Quedé exhausto físicamente por la batalla en curso y apenas podía enfrentar el ir a la iglesia a predicar. Una mañana mi esposa literalmente tuvo que levantarme de mi silla en mi estudio.
A mitad de camino a la iglesia, yo le dije que no podía seguir adelante. Ya no podía nfrentarme a otra persona en nuestros servicios, que se preguntara si yo era un farsante.
Finalmente clamé: "Señor, ¿qué he hecho para merecer esto? ¿Cuál es mi pecado?" Entonces Dios me condujo a esta oración de Jeremías: "Castígame, oh Jehová, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles" (Jeremías 10:24).
Estas palabras de Jeremías se volvieron mi oración diaria durante ese tiempo severo de prueba: "Señor, castígame y júzgame si debes. Pero por favor, ¡no lo hagas en ira! Si oigo una palabra airada más, me destruirá. Por favor, no me reduzcas a polvo, Señor. ¡Ya estoy por los suelos!"
Cuando terminé de orar, el Señor me respondió: "David, si elijo corregirte, es porque te amo. Esta prueba, para nada es acerca de Mi juicio. Yo soy misericordioso y amoroso para contigo, así que ¡quédate quieto y mira Mi gloria!" Este conocimiento de Su gloria me llevó a través de todo, hasta un lugar de descanso total y Dios me reivindicó por todos lados.
Amado, una vez que tienes esta revelación de la gloria de Dios, nunca más tendrás temor de que Él te vaya a corregir en ira. Él lleva su vara en una mano tierna y amorosa. Él te va a disciplinar, pero sólo en compasión de gracia. Él nunca te hará daño ni te echará a un ostado. ¿No debiera esto hacer que nuestros corazones se derritan ante Él en adoración?
"Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere"
(Proverbios 3:12).
[May 19, 1931 – April 27, 2011]
En ocasiones, a lo largo de años en el ministerio, he sido sobrecogido por enemigos que se levantaron contra mí.
En aquellos momentos, sentía la
disciplina del Señor como una vara en mi espalda. Recuerdo un periodo en particular, cuando yo estaba siendo calumniado por todos los lados.
Otros ministros me preguntaban: "David, estoy oyendo cosas cuestionables acerca de ti. ¿Son ciertas? Todo este asunto acerca de ti, ¿viene del diablo o es Dios tratando de hablarte?"
Incluso esa pregunta me ofendía y el dolor emocional de todo esto me aplastó totalmente. Quedé exhausto físicamente por la batalla en curso y apenas podía enfrentar el ir a la iglesia a predicar. Una mañana mi esposa literalmente tuvo que levantarme de mi silla en mi estudio.
A mitad de camino a la iglesia, yo le dije que no podía seguir adelante. Ya no podía nfrentarme a otra persona en nuestros servicios, que se preguntara si yo era un farsante.
Finalmente clamé: "Señor, ¿qué he hecho para merecer esto? ¿Cuál es mi pecado?" Entonces Dios me condujo a esta oración de Jeremías: "Castígame, oh Jehová, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles" (Jeremías 10:24).
Estas palabras de Jeremías se volvieron mi oración diaria durante ese tiempo severo de prueba: "Señor, castígame y júzgame si debes. Pero por favor, ¡no lo hagas en ira! Si oigo una palabra airada más, me destruirá. Por favor, no me reduzcas a polvo, Señor. ¡Ya estoy por los suelos!"
Cuando terminé de orar, el Señor me respondió: "David, si elijo corregirte, es porque te amo. Esta prueba, para nada es acerca de Mi juicio. Yo soy misericordioso y amoroso para contigo, así que ¡quédate quieto y mira Mi gloria!" Este conocimiento de Su gloria me llevó a través de todo, hasta un lugar de descanso total y Dios me reivindicó por todos lados.
Amado, una vez que tienes esta revelación de la gloria de Dios, nunca más tendrás temor de que Él te vaya a corregir en ira. Él lleva su vara en una mano tierna y amorosa. Él te va a disciplinar, pero sólo en compasión de gracia. Él nunca te hará daño ni te echará a un ostado. ¿No debiera esto hacer que nuestros corazones se derritan ante Él en adoración?
"Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere"
(Proverbios 3:12).