El sendero de la soledad:
Amy no se casó. Cuando sintió el interés especial de un compañero, se dirigió a una cueva en la montaña de Arima en Japón para estar a solas con Dios. Ella relata que el diablo le susurraba: «Por ahora está bien, ¿pero qué sucederá después? Te sentirás abandonada». Veía imágenes de soledad y las siguió vislumbrando en sus últimos años, pero al acudir al Señor en su desesperación, entendió que quien confía en Él nunca estará desolado.
Amy no se casó. Cuando sintió el interés especial de un compañero, se dirigió a una cueva en la montaña de Arima en Japón para estar a solas con Dios. Ella relata que el diablo le susurraba: «Por ahora está bien, ¿pero qué sucederá después? Te sentirás abandonada». Veía imágenes de soledad y las siguió vislumbrando en sus últimos años, pero al acudir al Señor en su desesperación, entendió que quien confía en Él nunca estará desolado.
La soledad continuó en India y a lo largo de su vida, tal y como muchas vivimos, ya sea como mujeres solteras o casadas, con hijos o sin ellos. Sin embargo, Amy halló maneras prácticas de lidiar con el problema, como encerrarse en su habitación con cartas de casa para leerlas en voz alta a su Padre Celestial pues compartir sus vivencias con su Señor expulsaba todo sentido de aislamiento. «Convierte al Señor en tu único amor y amigo» recomendaba a sus hijos adoptivos en Dohnavur, «pues la amistad con Cristo no deja lugar para la tristeza». ¿Nos hemos entregado a Él? Como ella misma escribió:
"Si me reservo algo en mi entrega a
aquel que tuvo tanto amor,
que dio a quien más amaba por mí,
entonces no conozco nada del amor del calvario"
http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=267
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