EN MI NIÑEZ
Cuando Dios tiene planes
con nosotros, aun antes de conocerlo, todo lo amargo es dulce.A la edad de 7 años, mis padres me enviaron al rancho donde Vivían mis abuelos (una casita muy pobre en el campo), porque ambos trabajaban y no podían cuidarme, prácticamente se olvidaban de mí.
Mis abuelos me cuidaban por largas temporadas y de lo poco que tenían compartían conmigo. Recuerdo que andaba descalzo, no tenía ropa, y la comida también era escasa, aun así ellos eran muy amorosos conmigo y hacían lo que podían por mí.
Ellos como católicos muy devotos, me enseñaron la oración del “Padre Nuestro” eran más temerosos de Dios que muchos cristianos de hoy en día, así que me fueron criando muy temeroso de Dios.
La situación de mis
padres tampoco era la mejor, ya que mi padre no era responsable con la esposa y
los 5 hijos que tenía. Él se iba por
meses de la casa y cuando volvía todo se lo había gastado en sus vicios, y la
miseria no se iba.
Cuando regrese al hogar
de mis padres, lo que mis abuelos me habían enseñado en la parte religiosa
comenzó a dar fruto. Llegó la semana santa y le pedí permiso a mis padres para
ir con unos ancianos a recorrer los siete monumentos en siete iglesias el
jueves santo, regresé a mi casa muy cansado pero contento porque el Señor me
iba a bendecir mucho (pensaba yo en mi inocencia).
Esa noche, estando ya
acostado en mi cama, escuché que golpeaban la puerta fuertemente…era mi padre
que regresaba embriagado después de haber desaparecido varios meses. Mi madre
abrió la puerta y comenzó una gran discusión, mientras tanto yo lloraba.
Así con mi dolor y lágrimas, me arrodillé junto a la camita y le dije a Dios:
“Si es verdad que en el
cielo existe un Padre nuestro, yo
quiero cambiar a mi padre terrenal, porque es muy malo, y que el Padre Nuestro sea mi padre”. Así con mi dolor y lágrimas, me arrodillé junto a la camita y le dije a Dios:
Luego volví a mi cama y
me cubrí hasta la cabeza con mi vieja cobija para tratar de no escuchar aquél
escándalo, de repente…escuché unos pasos en mi habitación y pensé:” debe ser mi
papá que viene a molestar”, porque cuando estaba borracho solía hacerlo.
Los pasos se acercaron a
mi cama y sentí que unas manos me agarraron, así envuelto en la cobija, y al
contacto con esas manos yo sentí un calor que se manifestó en amor y comenzó a
llenarme, luego, comenzó a jugar conmigo lanzándome hacia arriba y me agarraba
al caer de nuevo, esto sucedió por tres veces y mientras me lanzaba yo me reía
a las carcajadas.
Cuando acabo de lanzarme
yo me destape la cabeza para mirar quien era… y no vi a nadie, luego me quede
profundamente dormido.
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