No entiende que es a sí misma que ha
traicionado.
Ella se jacta, disfruta y bebe su
maldad,
Cree que ésta no será hallada y
reprendida,
Cree que el tiempo pasará por alto
su
descarriada vida,
Que mientras disfrute fugaces placeres
No hay problema si a Dios olvida.
Sin embargo, como un destello de
Humildad Eterna, la Luz del cielo pregunta desde arriba: “¿Quieres ser salvo de toda maldad?
¿Quieres que rompa tus cadenas? ¡Tan sólo hay Poder en Jesús!
¡Oh, si tan solo supieras que éste es
el día de tu visitación! Yo te haría verdaderamente libre
porque, ese placer que sientes cuando pecas, es la más vil ilusión que sube del
abismo, cubierta de los gritos de millones de
atormentados que tuvieron mil caminos para ir al
infierno pero, que al llegar allí para su horror
descubrieron, que no hay ni uno solo de
regreso, ni un solo atisbo de esperanza.
Si experimentaras la felicidad de mi
Presencia gloriosa NO volverás a desear la suciedad del
pecado que ahora te empeñas en abrazar”.
“Si
tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de
beber", tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva”
( San
Juan 4:10)
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