Queremos comenzar una serie de meditaciones sobre el Evangelio según San Juan, muy famoso entre los cristianos y utilizado mayormente en el evangelismo. Se cree que fue escrito después del libro Apocalipsis por el 'discípulo amado' Juan.
Veremos que este evangelio tiene muchas enseñanzas preciosas y profundas, así como una joya posee muchas facetas que hacen aumentar su brillo.
Leemos Juan 1:1-3 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. (LBLA)
- la palabra Verbo, en el griego es 'Logos'. Muchos dicen que Logos es la palabra escrita pero, ¿cómo lo escrito pudo haber creado el universo? Si estudiamos en el diccionario la definición de esta palabra se refiere a sus ideas, pensamientos, conceptos, planes, metas, deseos, filosofías,etc. es decir, el Verbo de una persona es la expresión Total de lo que es esa persona. El Verbo de Dios es lo que Dios es. La Expresión Divina. La poderosa Palabra divina creó todo lo que existe ¡No podemos imaginar esa clase de poder!
Luego cabe la pregunta, ¿Qué de nuestro verbo? Lo que sale de mi boca, lo que hablo, revela a todos lo que soy, como dice en Mateo 12:34 ¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Nuestras palabras son como una espada, pero si no son de Dios, harán mucho daño y llegarán a matar, como la espada de Pedro cuando le cortó la oreja al soldado que arrestaba a Jesús, porque era su espada personal, de su brazo de carne, sin vida Divina. La espada del Espíritu según Hebreos 4:12, ésa sí que trae Vida a los oyentes, nos traspasa hasta lo más profundo del ser acabando con la naturaleza malvada y vivificando nuestro corazón. La espada del Señor es la que debe estar en nuestra boca, su Palabra de vida.
- Todo fue hecho por medio del Verbo. No es posible ser cristiano sin haber escuchado una Palabra divina, es decir, sin Nacer de Nuevo por el Poder de la Palabra de Dios. No es posible tener fe sin haberla recibido del cielo. No tenemos nada de valor; si te ves grandioso o te alaban por algo lindo que tienes, TODO proviene del Padre de las Luces. La vida de Cristo en nosotros es lo único de valor que poseemos. Quieres que el Señor haga algo de valor en tu vida, debes tener una relación de amor con Dios donde escuches Su voz Gloriosa, no sólo leer la Biblia, sino una vida de oración.
- El peligro de conformarse sólo con la palabra escrita sin tener una vida de oración para vivificar esas letras en tu Biblia, es que nos convertimos en fariseos. Podemos memorizar la Escritura completa, pero sin la Vida del Espíritu Santo, sólo tenemos información en la cabeza. Sabremos lo que dice la ley sin conocer al Señor de esa Ley. Luego el corazón engañoso comienza a condenar a todos los demás que no andan conforme a su conocimiento y empieza a confiar en su propia justicia al practicar algunos mandamientos, al final, ya no necesita a Cristo, porque es tan buen religioso y tan 'piadoso' que sus obras le bastan.
- Debemos creer lo que dice Romanos 7:18 Que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien. Entonces no se trata de decir: 'mira todos esos talentos que tienes úsalos para la obra de Dios', más bien, Señor tú haces algo de la nada, Verbo de Dios haz algo de mi nada, rompe mi vasija y hazla de nuevo. Tenemos el testimonio de el apóstol Pedro, quien negó al Señor Jesús comparándose en pecado a Judas Iscariote, pero lo hizo por temor cuando lo confrontaron, el temor a la muerte. El Amado Redentor le quita ese problema de temor el día de Pentecostés cuando fue envuelto en el Poder del Espíritu Santo y nunca más negó a Cristo su Señor y Salvador. Todas esas debilidades que no hemos podido vencer, sólo necesitan ser rotas por el poder del Verbo Divino, corramos al cuarto de oración y veremos si esta promesa es cierta o no.
- La lectura y meditación de las Sagradas Escrituras necesitan urgentemente una vida de oración donde se mueva el Espíritu Santo, para vivificarnos y darnos el poder de obedecer, para que podamos tener una fe sólida y un amor verdadero hacia Dios y nuestro prójimo, el Gozo de la Salvación que deberíamos disfrutar siempre.
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