Citas bíblica: 1 Samuel 21:8-10; 22:1,2; Salmo 37:1-11
Verdad Central: Aunque la adversidad asalte al justo, Dios ayudará a todo aquel que en él confía.
Las crisis y la adversidad ponen de manifiesto, al parecer, las verdaderas cualidades internas de una persona. El personaje santurrón que adopta una actitud piadosa durante los cultos regulares de la iglesia, quizá no pueda mantener la misma serenidad cuando lo azota el vendaval de la adversidad.
La verdadera profundidad de nuestra experiencia espiritual no se demuestra, por lo general, en las actividades rutinarias de la vida. La verdadera santidad surge cuando nos hiere la catástrofe. Con frecuencia, la envidia, el miedo, el egoísmo y la avaricia se manifiestan cuando el hombre es amenazado de repente por las circunstancias.
Por otra parte, el hombre sereno, que nunca hace alardes de nada, quizá despliegue hermosas cualidades de serenidad, de fortaleza, generosidad y compasión en un momento similar de crisis, demostrando así su profunda confianza en el Cristo viviente.
La adversidad, ya se manifieste mediante una crisis repentina o una prueba a largo plazo, proporciona la oportunidad de testificarle al mundo perdido el aspecto práctico y el inmediato valor de la fe en Dios.
Con frecuencia, los incrédulos observan a los hijos de Dios para ver cómo responden a la presión de las circunstancias. El creyente que sale victorioso de las pruebas, que hace frente sereno a la tormenta, fortalecido por el Espíritu Santo, honra a su Dios demostrándole al mundo quebrantado y sufriente, que Dios cuida de los Suyos.
1 Samuel 21:8-10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela. Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat.
LOS PELIGROS DEL TEMOR
Cuando el atemorizado sacerdote Ahimelec le preguntó a David por qué andaba solo, éste le dijo una mentira. No era cierto que el Rey Saúl le hubiera encomendado un asunto y le había solicitado que guardara secreto al respecto. (1 Samuel 21:1-3) La mentira siempre es contraria a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. (Levítico 19:11; Colosenses 3:9) David honraba a Saúl como monarca y consideraba que no podía tocar al ungido de Jehová, tal vez por esto sentía el Joven tanto temor, pero cuando informaron al rey que este sacerdote le había prestado ayuda, Saúl mandó a matar a Ahimelec y a ochenta y cinco sacerdotes más. (1 Samuel 22:6-22)
Tal parece que la principal preocupación de David era su propia preservación. Solicitó una espada mintiendo de nuevo y afirmando que era por los negocios del rey que él no pudo traer su espada. Nosotros debemos aprender mas bien, a esperar en Jehová (Isaías 40:31). En el pasado, David había rechazado la armadura de Saúl y había puesto su confianza en Jehová. Y ahora, cuando se le ofrece la espada de Goliat, la toma como si no existiese nada mejor. Esto también fue empleado como acusación contra los sacerdotes. David se salvó a sí mismo pero no pudo salvar a los sacerdotes.
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