Extracto del libro: La sangre de la cruz
Autor | Andrew Murray
imagen de Jeff Jacobs en pixaby |
El Espíritu alcanza su pleno poder en nosotros, por medio de la sangre. Del mismo modo que el derramamiento del Espíritu siguió al derramamiento de la sangre y su traslado al cielo, lo mismo ocurre en el corazón. En la medida en que la sangre obtiene un lugar en el corazón y es honrada allí, también el Espíritu esta libre de llevar a cabo su obra en el corazón.
En el periodo de la Ascensión, recordamos la Pasión de nuestro Señor y con anticipación miramos a Pentecostés, y los días de oración en que esperamos en el Señor para que seamos llenos del Santo Espíritu.
La lección que la Palabra de Dios nos ha enseñado, muestra la preparación necesaria para el Bautismo del Espíritu. Para los primeros discípulos, así como para el Señor Jesús, el camino al Pentecostés paso por el Gólgota. El derramamiento del Espíritu está inseparablemente unido al previo derramamiento de sangre. Con nosotros también es una experiencia nueva y más profunda de lo que la sangre puede conseguir, que nos conducirá a la plena bendición de Pentecostés.
Si deseas esta bendición, considera, te ruego, el fundamento inmutable en el que descansa. Considera palabras como las de Juan: "la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 de Juan 1:7). El vaso limpiado puede ser llenado. Ven con todos los pecados de que eres consciente y pide al Cordero que los limpie con su sangre. Recibe esta palabra con fe perfecta, con la fe que se regocija sobre todo sentimiento y experiencia: "ha ocurrido para mí".
La fe actúa como poseyendo lo que no se siente, ahora sabes cómo, en el Espíritu, tomar posesión de aquello que sólo más tarde se realizará en el alma y en el cuerpo.
Andando en la luz, tienes derecho a decir, con perfecta libertad: "la sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado". Confía en el Gran Sumo Sacerdote para que manifieste en tu corazón también, por medio de su Espíritu, el poder celestial que obra maravillas y que su sangre ha ejercido para purificar el "Santísimo". Confía en la sangre del Cordero que destruyó la autoridad y efecto del pecado delante de Dios en el cielo, para destruirla también en tu corazón. Y haz que tu canción de gozo, por fe, sea: "A Aquel que me limpió por su sangre sea la gloria y el poder", y considera que has recibido la plenitud del Espíritu.
Es por medio del Espíritu que fue ofrecida la sangre. Es por medio del Espíritu que la sangre tiene su poder, y es todavía, eficaz en nuestro corazón. Es por medio del Espíritu a través de la sangre, que el corazón es hecho un templo de Dios. Considera, con plena seguridad de fe, que un corazón que por medio de Él "es hecho limpio por la sangre", está preparado como templo, para ser llenado de la gloria de Dios. Considera la plenitud del Espíritu como tu porción.
¡Oh, la bendición de un corazón limpiado por la sangre, y llenado del Espíritu! Lleno de gozo, lleno de amor, lleno de fe y lleno de alabanza, celo y poder -- la obra del Señor...Oh, hijos de Dios, venid y dejad que la sangre preciosa os prepare para llenaros con su Espíritu para que el Cordero que fue muerto por vosotros pueda ser recompensado de su labor -labor marcada por la sangre- y vosotros y Él, los dos, podáis hallar satisfacción en su amor.
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