Rissa -> de una raíz que significa: "remojar".
Meditemos sobre la siguiente estación del viaje, Rissa. La raíz de esta palabra aparece en Ezequiel 46:14 en la palabra "Humedecer" (LBLA) hablando de la ofrenda de flor de harina que debía llevar aceite. Este es un tipo del Espíritu Santo. Él es el aceite que debemos usar para humedecer la palabra de Dios (flor de harina).
No hay nada que podamos usar para reemplazar la unción del Señor. Cuando abres las páginas de tu Biblia intentando comer pan divino, pero no tienes la unción, será una lectura muy seca. Dios tiene un aceite divino que debemos usar para avivar las escrituras, sólo así seremos alimentados en nuestro ser.
Muchas personas tienen muchas capacidades intelectuales, aún para predicar en una iglesia, pero sus dones no son suficientes para un alma angustiada y hambrienta. Un hombre que se jactaba de su pastor decía: mi pastor es tan hábil en el púlpito, que no necesita al Espíritu santo. Era un hombre muy carismático y elocuente.
El Señor nos amonesta en este pasaje 1 Corintios 3: 19-23:
El Señor nos amonesta en este pasaje 1 Corintios 3: 19-23:
"Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: El es EL QUE PRENDE A LOS SABIOS EN SU propia ASTUCIA. Y también: EL SEÑOR CONOCE LOS RAZONAMIENTOS de los sabios, LOS CUALES SON INUTILES. Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es vuestro: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios". (LBLA)
¿Cómo obtener el aceite? Hay un mortero muy eficiente, para machacar los olivos: Getsemaní. Antes de ir a la cruz, el señor Jesús fue allí muchas veces con sus discípulos (Jn.18:1-2). Él oraba y sufría. Era machacado y la unción salía de él hacia todos los necesitados. Debemos, pues, ir a Getsemaní donde seremos aplastados hasta extraer el aceite que humedecerá nuestras vidas.
Cuando Cristo murió, el velo del templo se rasgó, abriendo un camino nuevo y vivo. Si morimos a nuestro 'Yo' todo obstáculo que hace separación entre nosotros y la presencia de Dios, será quitado. Un 'No' a nuestro ego, es cada golpe del mortero en Getsemaní. Pero no olvidemos algo clave: la oración. Jesús padecía, pero oraba. No creo que hubiese dado toda su voluntad al Padre Celestial, de no ser un hombre de oración. Eso explica muchos de nuestros fracasos cuando pasamos por el 'mortero' de Dios. Tratamos de resistir el sufrimiento, sin oración constante, ese es un fracaso seguro.
Solemos limitar la vida cristiana a los sufrimientos de la cruz, lo cual es cierto, pero después de la cruz vino la resurrección, la victoria sobre el pecado, sobre Adán caído. ¡Alza tu rostro al Gran Rey que viene! inclínate, adórale y cántale! después del llanto vino un derramamiento del Espíritu Santo (aceite) que sacude hasta el día de hoy al mundo. Millones de personas por muchos siglos, salvadas por el mensaje del evangelio, un gozo inefable que invade los corazones de personas que decidieron morir con Cristo en la cruz. Recuerdo de nuevo este poema de Amy Carmichael:
¿No tienes cicatrices?
¿Alguna marca oculta en el pie, en el costado, en la mano?
Te oigo cantar como poderoso en la tierra,
Les oigo clamar por tu estrella ascendente y brillante,
¿No tienes cicatrices?
¿No tienes cicatrices?
Yo fui herido por los arqueros, usado,
Clavado contra un árbol para morir; y desgarrado
Por bestias rapaces que me persiguen, desvanecí:
¿No tienes heridas?
¿Sin heridas? ¿Sin cicatrices?
Como el Maestro, así el servidor será,
Perforados han de estar los pies que me han de seguir;
Pero los tuyos están sin ningún daño:
¿Habrá llegado lejos quien no tiene ni heridas ni cicatrices?
Cantemos junto con John Wesley este hermoso himno, Thou Hidden Love of God, una traducción de dos estrofas dice:
Ah no! Nunca voy a retroceder: ¡Tuyo totalmente, solo tuyo soy! Tres veces feliz el que ve con desprecio Los juguetes de la tierra, para ti su llama constante; Oh ayuda para que nunca me mueva ¡De los pasos bendecidos de tu amor!
Cada momento se aleja de la tierra mi corazón que humildemente espera tu llamada: Habla con lo más íntimo de mi alma y di: ¡Soy tu amor, tu Dios, tu todo! Para sentir tu poder, para escuchar tu voz, para saborear tu amor, sé toda mi elección.
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