El Viejo Roads

Extracto del libro: Aquella puerta estrechapáginas 12-13 

...A la tía Ann, quien fue realmente la tutora del niño, le gustaba contar la anécdota del encuentro de Charles con el “viejo Roads.” Uno de los miembros de la iglesia independiente de Stambourne, Thomas Roads, visitaba con frecuencia la cervecería local para tomar unas “gotas de cerveza.” No solamente bebía allí en el establecimiento sino también fumaba su pipa. Esto afligía profundamente al piadoso pastor. El hombre de Dios a menudo suspiraba cuando pensaba en la inconsistente vida cristiana de ese miembro de su iglesia. Charles se había dado cuenta de la aflicción de su abuelo. Un día el niño comentó en voz muy alta, para que su abuelo lo oyera claramente: “voy a matar al viejo, eso es lo que voy a hacer.” El abuelo le dijo: ‘¡Cállate! ¡Cállate! No debes hablar así. Eso está mal, tú lo sabes, y la policía vendría por ti y te llevaría’. Charles replicó: “no voy a hacer nada malo; pero sin embargo, lo voy a matar. Eso haré.” Uno puede imaginarse la consternación del abuelo, aunque en el fondo supiera que el niño no haría nada indebido; así que dejó que pasara ese incidente haciendo el comentario: “qué niño tan extraño.”

Poco tiempo después, un día entró Charles a la casa diciendo: “he matado al viejo Roads; nunca volverá a causar aflicción al abuelo.” “Mi querido hijo, ¿qué has hecho?, ¿dónde has estado?”, preguntó el abuelo. El niño replicó: “no he hecho nada malo, abuelo, he estado involucrado en la obra del Señor, eso es todo.” Y no quiso agregar nada más. A pesar de las diversas presiones, no quiso revelar nada más.

No pasó mucho tiempo para que el misterio fuera revelado. Alguien tocó a la puerta de la casa, y allí estaba el viejo Roads. La tristeza y la depresión marcaban cada línea de su rostro. Y allí contó la historia de cómo había sido asesinado. Dijo: “estoy avergonzado, mi querido pastor, por haberle causado tal tristeza y preocupación. Hice algo muy malo, lo sé; pero yo lo he amado mucho a usted, y no lo habría hecho de haber estado consciente del mal que le causaba.” El abuelo James, conmovido por las palabras del viejo Roads, escuchó muy atentamente el siguiente relato:

“Estaba sentado en la cervecería tomando mi jarra de cerveza y fumando mi pipa, cuando entró el niño. ¡Pensar que haya sido un niño quien me llamara al orden y me reprendiera! Pues bien, apuntándome con el dedo, me increpó: ‘¿Qué estás haciendo aquí? En compañía de los impíos, tú, un miembro de la iglesia, estás rompiendo el corazón de tu pastor. ¡Me avergüenzo de ti! Yo no rompería el corazón de mi pastor, estoy seguro.’ Y luego se marchó. Al principio yo me enojé; pero a la vez sabía que todo era cierto, y que yo era culpable; así que apagué la pipa y ya no me tomé la jarra de cerveza, y me dirigí apresuradamente a un lugar solitario y allí me arrojé a los pies del Señor, confesándole mi pecado e implorando Su perdón. Y yo sé y creo que el Señor, en Su misericordia, me perdonó; y ahora vengo a pedirle perdón a usted; nunca voy a causarle más preocupaciones, mi amado pastor.” Como era de esperarse, el pastor, feliz, perdonó a su hermano arrepentido. Y el arrepentimiento demostró ser genuino. A partir de aquel momento, el viejo Roads llevó una consistente vida cristiana.

Cuando Roads estaba a punto de morir, el pastor Houchin, quien era el sucesor del pastor James Spurgeon, a la hora de la muerte de Roads se acercó al lecho del enfermo y abrió la Biblia. Roads comentó: “he contado todas sus páginas, señor.” El pastor le preguntó: '¿Por qué? ¿Para qué contaste las páginas?'El viejo Roads le respondió: “no aprendí a leer nunca y no pude leer ni una sola palabra de la Biblia, pero quise al menos contar cuántas páginas tenía.’ Esto fue muy patético y muy revelador. Lo extrañamos mucho.” Ese fue el comentario del pastor Houchin.


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