Cita bíblica | Deuteronomio 1:19-33
Desde ya hace tiempo, hemos venido tomando los cursos del Instituto Ministerial Hebrón junto con varios hermanos de nuestra iglesia local, lo cual ha sido de gran bendición para todos los estudiantes y en especial, para mí.
Revisando los apuntes del curso Deuteronomio, encontré muchas "joyas" que quisiera compartir con todos los sedientos, así que aquí van:
Seguro alguna vez hemos escuchado la historia de los 12 espías Israelitas enviados para reconocer la tierra prometida. Dios les había dado en posesión la tierra de Canaán, y ellos debían creer las promesas de Jehová, obedecer y subir a tomarla.
En los primeros capítulos del libro, Moisés hace un recuento de los eventos en el viaje. En estos versos leemos lo que sucedió en Cades-barnea, para que nos sirva de lección como iglesia de Cristo:
En el Verso 27 leemos cómo afloró un problema oculto en el corazón del pueblo, ellos pensaban y decían: "El Señor nos sacó para matarnos en el desierto. Dios nos odia". Surge la pregunta, ¿por qué pensaban tan negativamente?
Respuesta: lo que sucede es que tendemos a proyectar nuestros sentimientos hacia los demás, así: si "nos cae mal alguien", nos imaginamos que también "le caemos mal". Si amamos a un hermano(a), sentimos que también somos correspondidos.
Así mismo, debemos evitar caracterizar a Dios de acuerdo a nuestros sentimientos. Es decir, si estamos enojados o somos "gruñones", pensamos que Dios es así, o por lo menos, me dará la razón para yo pueda seguir teniendo ese carácter duro y difícil. Otro ejemplo: hay muchas personas que crecieron sin un padre terrenal, o lo tuvieron, pero fue muy malo, irresponsable y/o cruel. A esas personas les cuesta mucho confiar en Dios como su Padre Celestial.
Gracias a Dios, nosotros podemos obtener la Cura a esta forma de pensar negativa y destructiva:
- Debemos confiar en la revelación de Dios en las escrituras y en encuentros que hayamos tenido con Él.
- Debemos sumergirnos diariamente en el amor que Dios nos ha manifestado, Romanos 8:39 dice, que no hay nada que nos pueda separar del amor de Dios en Cristo Jesús.
Lo contrario es una caminata cristiana llena de incredulidad, porque creemos que Dios no nos ama. Ahora, podemos analizar dos casos posibles de acuerdo a la forma en que pensamos de Dios:
Si pensamos que Dios es bueno, habrá fe y ésta nos llevará a tener gratitud, por ende, obedeceremos la voluntad de Dios con todos sus mandamientos y decretos que nos dejó en la Ley. Por el contrario, si pensamos que Dios es malo, seremos incrédulos, lo que producirá murmuración (algo que Dios odia) y como resultado, llevaremos una vida de desobediencia a los caminos que el Señor nos ha trazado para que andemos en ellos.
Recordemos que podemos ser unos cristianos llenos de incredulidad, al pensar negativamente del Señor. Oremos que podamos tener pensamientos correctos acerca de la persona de Dios, para que creamos y vivamos en ese amor perfecto e inagotable que producirá la fe verdadera y, en últimas, la obediencia a las leyes del Reino eterno.
Recordemos: Dios no es como mis emociones me dicen, Él es cómo es, y lo que es, a pesar de mí y lo que pueda estar sintiendo mi alma. Yo debo acercarme a Él para poder descubrirlo, disfrutarlo y amarlo para siempre. Dios tiene todo el poder y quiere llenarme de su gracia para enseñarme a vivir en el espíritu, y que ya no me gobierne más mi "carne pesada y engañosa" que me quiere alejar de una vida abundante en Cristo. El amor a Dios es el motor que me hará obedecer sus mandamientos y "sus mandamientos no son gravosos", son la vida eterna, Amén.
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