Extracto del Libro: Esperando en Dios
Autor: Andrew Murray
Guarda silencio ante Jehová y espera en él.... Los que esperan en Jehová, heredarán la tierra. (Salmo 37:7,9.)
«En paciencia poseeréis vuestras almas». «La paciencia os es necesaria». «Que la paciencia haga su obra perfecta, para que podáis ser hechos perfectos e íntegros». Estas son las palabras del Espíritu Santo, que nos muestra cuán importante es la paciencia como elemento en la vida y el carácter cristiano. Y en ninguna parte hay mejor oportunidad para cultivarla o mostrarla que esperando en Dios. Allí descubrimos lo impacientes que somos, y lo que significa nuestra impaciencia.
Confesamos a veces que somos impacientes con los hombres y con las circunstancias que nos estorban, o con nosotros mismos a causa de nuestro lento progreso en la vida cristiana. Si verdaderamente esperamos en Dios, encontraremos que es con Él que somos impacientes, porque Él no hace al punto, o tan pronto como queremos, lo que le pedimos.
Es esperando en Dios que se nos abren los ojos para creer en su voluntad soberana y sabia, y para ver que cuanto más completamente nos rendimos a Él, con más seguridad sus bendiciones llegarán a nosotros. «No es del que quiere ni del que corre, sino de aquel de quien Dios tiene misericordia». Tenemos tan poco poder para aumentar o reforzar nuestra vida espiritual como lo tuvimos para originarla. «Nacimos no de voluntad de la carne, ni de voluntad de varón, sino de la voluntad de Dios». Así pues, nuestro querer y nuestro correr, nuestro deseo y nuestro esfuerzo, no sirven para nada; todo depende de Dios «que muestra misericordia».
Todos los ejercicios de la vida espiritual, nuestra lectura y nuestra oración, nuestra voluntad y nuestro hacer tienen mucho valor. Pero, no pueden ir más allá de esto, nos indican el camino y nos preparan en humildad para depender sólo de Dios, y, con paciencia, a esperar en su buena sazón y misericordia. El esperar es enseñarnos nuestra absoluta dependencia del poder de la obra de Dios, y nos hace colocarnos, en perfecta paciencia, a su disposición.
Los que esperan en el Señor heredarán la tierra; la tierra prometida y su bendición. Los herederos deben esperar; pueden permitirse esperar.
«Guarda silencio ante Jehová y espera en Él». O bien: «Reposa en el Señor». «Permanece quieto ante el Señor». Es el descansar en el Señor, en su voluntad, en su promesa, en su fidelidad, en su amor, que hace fácil la paciencia. Y el descansar en Él no es nada sino estar en silencio ante Él, en quietud delante de Él. Teniendo nuestros pensamientos y deseos, nuestros temores y esperanzas acallados en calma y quietud, en la perfecta paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. Esta paz guarda nuestro corazón y nuestra mente cuando estamos ansiosos por algo, porque ya hemos presentado nuestra petición delante de Él.
El descanso, el silencio, la quietud y la espera paciente, todos hallan su garantía y gozo en el mismo Dios. La necesidad de paciencia, lo razonable y bendito de la paciencia, se mostrará al alma que espera. Nuestra paciencia se verá como la contrapartida de la paciencia de Dios. Él espera poder bendecimos plenamente más de lo que nosotros deseamos la bendición. Pero, como el labrador tiene paciencia hasta que el fruto está maduro, Dios también respeta nuestra lentitud y tiene paciencia con nosotros.
Recordémoslo y esperemos con más paciencia. De cada promesa y de cada res-puesta a la oración se puede decir que es verdad que: «Yo, el Señor, lo apresuraré a su debido tiempo». «Guarda silencio ante Jehová y espera en Él con paciencia».
Sí, espera en Él. No busques sólo la ayuda, búscalo a Él mismo; espera en Él. Da a Dios la gloria descansando en Él, confiando en Él plenamente, esperando en Él con paciencia. Esta paciencia le honra en gran manera; le deja a Él, en su trono, para hacer su obra; entrégate por completo en sus manos. Deja que Dios sea Dios. Si esperas algo especial, espera con paciencia.
Si esperas como ejercicio de la vida espiritual, buscando conocer y tener más a Dios, espera con paciencia. Sea por corto tiempo o un hábito continuo del alma, descansa en el Señor, guarda silencio delante de Él, espera con paciencia. «Los que esperan en Jehová heredarán la tierra».
¡Alma mía, espera solamente en Dios!
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