Retomemos las 42 jornadas del Viaje del pueblo de Israel. Entremos a la presencia del Amado Señor usando esta "puerta vieja" para recordar el propósito de haber emprendido esta larga travesía arribando a Tahat, un lugar bajo y humilde en el desierto, al cual es necesario llegar. Meditemos estas valiosas lecciones.
Deuteronomio 8:2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.
1. Para afligirte: Podemos pensar muchas reflexiones hermosas acerca del sufrimiento del cristiano, pero enfoquémonos por hoy en esta verdad -> La aflicción nos quebranta, nos humilla y hace que perdamos la confianza en nuestra propia sabiduría y capacidad. Nos derriba del trono de nuestro corazón y, ya con el orgullo un poco en el suelo, levantamos la vista a los cielos para que digamos: ¿A quién tengo yo en los cielos, si no a Ti? y fuera de Ti, nada deseo en la tierra. Por lo tanto, nos provee de la humildad que necesitamos para hallar gracia a los ojos de Dios, pues, "a los humildes dará gracia" y "Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados". ¿Quién no quiere pues habitar en la presencia del Santo de Israel? ¿Quién no quisiera experimentar el ser vivificado por el poder de Su Espíritu? Esta maravilla sólo le sucede a los quebrantados de corazón.
2. Para probarte: No sé de alguno que ame las pruebas...que le encante sufrir o que todo le salga mal. Empero, es necesario que vengan diversas pruebas. Necesitamos que el Señor nos muestre lo que hay en nuestro corazón, pero ¿Por qué?
R/. Lam. 4:2 Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro. Isa 13:12 Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre. Mal 3:3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.
Ya que la escoria debe salir a flote para que nuestro oro quede puro, vendrá el fuego de la prueba y al final, del gozo inefable por la obra terminada, no quedará ni el recuerdo de las lágrimas derramadas. Igual que los dolores de una mujer cuando está de parto y da a luz su hijo.
Sólo digamos a nuestro amado Señor: Ya ves lo que soy...Heme aquí, ¡purifícame, Oh Dios!
Aprendí que hay dos fuegos: el fuego de la prueba y el fuego del infierno. PREFIERO EL PRIMERO, por la gracia de Dios.
3. Para ver si guardaremos o no sus Mandamientos: Lo cierto es que no ha nacido el primer hijo(a) de hombre que pueda guardar todos los mandamientos perfectamente. ¡Gracias sean dadas a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! El que es verdaderamente justo y el que justifica a todos. Y en Su justicia, somos hechos justos. Y en el poder de Su Espíritu, llevaremos a cabo actos de justicia y daremos el fruto que Él ha esperado de nosotros por tanto tiempo, pues Juan 15:1-5 advierte:
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;
y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid, así tampoco vosotros,
si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí,
y yo en él, éste lleva mucho fruto;
porque separados de mí nada podéis hacer.
Decía el predicador, "un verdadero justo, no es alguien que nunca falle. Es alguien que ama lo recto".
Oremos: Señor amado, (He. 13:21) por favor capacítanos en todo lo bueno para hacer tu voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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