Conversiones Maravillosas -1

Extracto del libro: Charles Finney- La vida del gran evangelista y sus avivamientos


Hubo muchas conversiones notables conectadas con los avivamientos de Finney. Cuando la luz divina irrumpió en su propia alma, lo hizo con extraordinaria gloria y poder, y tales experiencias habrían de reproducirse en sus campañas. Sin embargo, Dios tenía para él una tarea que lo distinguiría de los demás en cuanto a sus consecuencias. Muchas veces, una profunda convicción caía sobre sus auditorios hasta hacer que los individuos gimieran como si estuvieran a punto de morir. Según decía Finney, " morían a la llamada del mundo y al poder del mal en sus vidas, para ser levantados con Cristo en la novedad de la vida divina".

Una señora, cuyo esposo era un descreído, se convirtió gloriosamente después de hacer frente a las amenazas de este para que no asistiera a las reuniones de Finney. Ella le preguntó al evangelista su parecer, y aquel le respondió: "Es un infiel, y por lo tanto no hay que respetar sus opiniones acerca de los asuntos religiosos".
"Pronto conoció la libertad del evangelio, y experimentó una gran fe y tranquilidad en su alma, gozando de la presencia del Señor. Aquello desagradó en gran manera a su marido, quien por último llegó hasta amenazarla con quitarle la vida si volvía a asistir a la campaña . Lo había visto enfurecido tan a menudo que no dudó que cumpliría su amenaza. Aun consciente de aquello obedeció al impulso
celestial y fue a la reunión.

"Al volver, lo encontró sumamente airado. Tan pronto como entró por la puerta, el hombre cerró la misma y quitó la llave de la cerradura; entonces, sacó un puñal y juró que iba a matarla. La mujer subió corriendo las escaleras, mientras su marido tomaba una lámpara para seguirla, pero la sirvienta apagó la luz cuando pasaba cerca de ella, lo cual dejó a ambos a oscuras".

"Aquella esposa fue de una habitación a otra, subió y bajó las escaleras... entró en la cocina y llegó hasta la bodega. Mientras el hombre con el cuchillo en la mano tropezaba en la oscuridad mientras intentaba atravesarle el corazón. Ella logró encaramarse fuera de la ventana del sótano y escapó así y fue a pasar la noche con una amiga.

"Al volver a la casa, al día siguiente, pensó que su esposo se habría apaciguado y la dejaría tranquila. Se encontró con el hogar revuelto, los muebles rotos y todo desordenado. Él le salió al encuentro en la puerta, cerró la misma y sacó otra vez el puñal y "se echó de rodillas y alzó sus manos; juró de la manera más horrible que le quitaría la vida.

"Aturdida, la mujer lo miró y salió huyendo. La carrera comenzó de nuevo, esta vez a la luz del día. Ella subió disparada escaleras arriba, seguida de aquel maniático con el cuchillo en la mano. Fue de habitación en habitación: buscaba una manera de escapar, pero no halló ninguna. Finalmente, su esposo la acorraló.

"Cuando el hombre estaba a punto de asestarle una puñalada, la esposa cayó de rodillas y levantó las manos al cielo: clamó por misericordia para ella y para su marido.
"En ese momento, Dios lo detuvo. Aquel hombre miró a su esposa por un momento, luego tiró el puñal y cayó al suelo pidiendo también misericordia. Allí mismo se quebrantó, confesó sus pecados al Señor y a ella, y rogó a ambos que lo perdonaran.

"Una gran paz sopló a través de las abrasadas regiones de su ser interior, y se levantó como un hombre cambiado por Dios.
Desde entonces fue un cristiano celoso, que se esforzaba por traer a otros a la comunión con Cristo, aquel que tan maravillosamente le había transformado".

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