La Pregunta Importante

Extracto del libro: Intenso | Autor: A.W. Tozer

Nunca pasó por la mente de Pedro hablar del heroico ejemplo de nuestro Señor. Las enseñanzas de Cristo eran nobles, y su ejemplo bien merece ser imitado. El Nuevo Testamento pone énfasis en Cristo crucificado y resucitado, y lo presenta como la última alternativa objeto de la fe. La pregunta importante para formular, entonces, no es solamente "¿qué es un cristiano?", sino "¿qué piensa usted de Cristo?".
La Iglesia evangélica de hoy está aturdida con preguntas. Una persona puede pasarse todo el tiempo tratando de contestarlas: "¿Qué piensa usted sobre La Biblia?'', "¿Qué piensa usted acerca de la Iglesia?". Y hay otras que podríamos anotar, pero todas estas preguntas ya resultan perirnidas. Por ejemplo, la pregunta" ¿Qué piensa usted sobre La Biblia?" se vuelve obsoleta y no tiene ningún significado desde que La Biblia fue confirmada por la resurrección de
Jesucristo. Él respaldó La Biblia por completo.

La pregunta "¿Qué piensa usted acerca de la Iglesia?" no tiene ningún significado tampoco. Nadie puede preguntar esto y ser realmente sincero al respecto porque Cristo dijo: "[ ... ] sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18). 

Estas preguntas y otras por el estilo son inadecuadas. Entonces, la pregunta que tenemos frente a nosotros, y la que realmente importa, es simplemente: "¿Qué piensa usted de Cristo y qué hará usted con Él?". Todas las preguntas que alguna vez podamos hacer pueden ser reducidas y sujetas a Jesucristo.
Cada uno tiene que contestar a la pregunta de qué vamos a hacer con respecto a este hombre a quien Dios levantó de los muertos. Cristo es la última palabra de Dios dirigida al género humano. Está escrito:
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.
-HEBREOS 1:1-2

También está escrito que "aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). Cuando el Verbo se hizo carne, Dios habló. Él dijo su palabra en la carne, y Cristo encarnado es aquella palabra. Esto resume todo lo que Dios alguna vez hablaría al hombre. No existe ningún desarrollo nuevo en la psicología humana que requiera que Dios enmiende o corrija lo que Él ya ha dicho en Jesucristo. Nuestra pregunta, entonces, es acerca de Cristo mismo, y todas las demás preguntas religiosas se reducen a esta: 

"¿Qué piensa usted de Cristo y qué va a hacer con respecto a Él?". 

A menos que esta pregunta sea completamente respondida, en verdad no importa nada más. Algunos simulan tener problemas con respecto a esto. En realidad, están enamorados de sí mismos y son cegados por el egotismo y el amor propio. Respetuosamente reclamo el derecho de dudar de la sanidad de los que ahora dicen: "Tengo problemas con La Biblia. Tengo problemas con la Iglesia. Tengo problemas con la moralidad".

Todos estos problemas se reducen a uno. Dios dijo su Palabra eterna en Cristo Jesús el Señor, de modo que Cristo ha respondido cada pregunta. La pregunta de los buscadores honestos, que buscan pruebas del cristianismo, es falsa. El Dios que levanta a su Hijo de la muerte es la única prueba, y esa prueba es infinitamente capaz de satisfacer la mente de alguien a quien le interesa y es sincero. Así que la pregunta no es si existen pruebas del cristianismo, porque no tratamos con el cristianismo. Tratamos con Cristo. Tratamos con un hombre que se hizo carne, que caminó entre hombres, que dio su vida por el hombre y que, para lograrlo, resucitó de entre los muertos al tercer día. La pregunta no es qué piensa usted del cristianismo, sino qué piensa usted de Cristo y qué va a hacer con respecto a ÉL.

Tampoco es sincero el hombre que pregunta: "¿Es Cristo lo que dijo y quien dijo ser?". Algunos dicen tener dudas y cuestionan si Cristo es lo que dijo y quien dijo ser. Aquí no debería existir ninguna pregunta en absoluto, porque La Escritura dice que Jesús fue aprobado por Dios entre los hombres (véase Hechos 2:22).

Grandes volúmenes de libros han sido escritos para intentar demostrar que Jesús es lo que Él dijo ser, tantos que llenarían cualquier edificio desde el sótano hasta la azotea. El corazón adorador sabe que Él es lo que dijo ser porque Dios envió
al Espíritu Santo para traer confirmación a la conciencia de hombre. Él no miente con pruebas. La historia no puede ofrecer ninguna evidencia más grande que el hecho de que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a su diestra.

[...Un corazón "compungido"

A Jesucristo le atraía siempre el hombre de corazón sincero que se sentía en falta con su conciencia. Él trajo a las conciencias preocupadas y laceradas a Cristo. La conciencia sabía que Cristo había resucitado y se le había aparecido a Pedro y a 500 hermanos a la vez, y sabía que Dios lo había aprobado, confirmado, validado, marcado y sellado, y había demostrado que Él era su Cristo.

Cualquier clase de personas puede convertirse, y no porque tengan la capacidad _de evaluar_evidencias... Si la salvación dependiera de mi capacidad de darme cuenta de si una cosa es verdadera o no, o de mi capacidad de saber -como un tribunal de justicia- si algo da testimonio de la verdad o no, entonces desde luego solo los abogados y las personas entrenadas en la abogacía tendrían alguna posibilidad de salvación. 
Pero esta verdad de Cristo que resucita de entre los muertos salta por encima de toda razón humana, la sobrepasa y va directamente a la conciencia de cada persona, para que en cuanto un mensaje sea predicado, todos puedan conocerlo inmediatamente. Ellos no necesitan preguntar nada. No tienen qué preguntar. De hecho, es una afrenta preguntar. 

Jesucristo ha resucitado y ha aparecido frente a sus discípulos. Dios confirmó su resurrección, envió el Espíritu Santo, y ahora el Dios Altísimo en persona, el creador del cielo y de la Tierra, ya ha dado el veredicto. Dios ha enviado su Espíritu para que trajera el veredicto a la conciencia del hombre.

Según el testimonio registrado en Hechos 2: 3, 7, el resultado del sermón de Pedro fue que los hombres "se compungieron de corazón". La palabra "compungido" aquí quiere decir 'ligeramente perforado'. Perforado de forma ligera, pero, aun así, tan profundamente que a la palabra griega original la acompañaba un prefijo de calificación y de intensificación. 

Cuando La Escritura dice que los soldados abrieron el costado de Jesús con una lanza y descubrieron que ya estaba muerto (véase Juan 19:34), la palabra "abrieron" es traducida de otro vocablo. La palabra original utilizada en Hechos tenía un prefijo de calificación y de intensificación, lo que nos indica que las palabras de Pedro llegaron a lo más profundo del corazón de los que escuchaban; entonces, la lanza del soldado penetró en el costado de Jesús. 

De manera que el Espíritu Santo llevó la punta de la lanza de la verdad dentro del corazón de las personas y estas clamaron: "¿Qué haremos?" (Hechos 2:37). Pedro tenía una respuesta inmediata para ellos, Pedro les dijo: ''Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo".
-HECHOS 2:38

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