¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres. (Jer. 45:5)
Hubo un hombre muy triste y quejumbroso que vivía suspirando porque no pudo lograr lo que tanto había anhelado tener en su vida. Él había invertido mucho dinero, tiempo y esfuerzo para "ser alguien" sin embargo, por más que luchó por sus ambiciones terrenales, al final se encontró en el mismo lugar que había comenzado, triste y vacío.
Entonces el hombre decidió que ya nada valía la pena: ni el hogar, el trabajo, o buscar la ayuda de Dios, entonces dejó de asistir, como era su costumbre, a su iglesia local. Así que pensó que lo mejor sería enterrarse vivo y comenzó, con mucho enojo y frustración, a cavar un hoyo en la tierra.
El hombre se dijo así mismo: ahora verán todos esos que me han herido y decepcionado, cuando me vean aquí enterrado, sentirán tanta culpa que morirán de mortificación. ¡Sí, me vengaré de todo y de todos!
El hombre dejó su cabeza al aire, pero todo el resto de su cuerpo estaba bajo tierra, los que pasaban por allí perplejos le preguntaban: Señor, ¿qué le ha sucedido podemos ayudarle?
Pero el hombre les gruñía- me estoy vengando de la vida y de la gente que me ha herido, sigan su camino, ¡déjenme en paz que aquí me muero!
Al cabo de un tiempo, el hambre, los insectos, el inclemente sol y el frío de la noche hicieron mella en el pobre hombre quien reflexionó para sí mismo- ya ha pasado mucho tiempo y nada parece cambiar. Yo estoy pudriéndome en este hoyo y todo sigue su curso. Los arboles florecen, el día y la noche se suceden, la gente ríe, llora y vive la vida, y los que me hirieron ¡parecen más robustos y alegres!
¡Esta venganza al final, ha venido a ser para mi propia destrucción!
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¿Qué consejo le darías a este hombre del hoyo? Quizá todos nosotros, alguna vez, hemos estado en una situación semejante a la de este hombre, pero escuchemos el consejo del Señor para Baruc, un hombre que estaba abrumado por las pruebas y frustrado por no alcanzar sus deseos:
Palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías rey de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel a ti, oh Baruc: Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso. Así le dirás: Ha dicho Jehová: He aquí que yo destruyo a los que edifiqué, y arranco a los que planté, y a toda esta tierra. ¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.
Cuando los deseos de Dios son nuestros deseos, la visión espiritual se recupera y el gozo del Señor regresa a nuestra vida. Rindamos nuestra cerviz ante el trono de nuestro amado Señor quien tiene los verdaderos planes de bien y no de mal, para darnos un futuro y una esperanza. Jer. 29:11
Se trata de confiar...Puedes volver tus ojos a Cristo hoy, como dijo el salmista:
Bendeciré a Jehová en todo tiempo;
Su alabanza estará de continuo en mi boca.
En Jehová se gloriará mi alma;
Lo oirán los mansos, y se alegrarán.
Engrandeced a Jehová conmigo,
Y exaltemos a una su nombre.
Busqué a Jehová, y él me oyó,
Y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a él fueron alumbrados,
Y sus rostros no fueron avergonzados.
Este pobre clamó, y le oyó Jehová,
Y lo libró de todas sus angustias.
El ángel de Jehová acampa alrededor
de los que le temen, y los defiende.
Gustad, y ved que es bueno Jehová;
Dichoso el hombre que confía en él.
Temed a Jehová, vosotros sus santos,
Pues nada falta a los que le temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.
Salmos 34: 1-10
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