La última revista de La Voz de los Mártires contenía un maravilloso ejemplo del poder de la oración perseverante. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y sigue obrando milagros en nuestros días.
Rojina es una creyente que reside en el extranjero (se desconoce su ubicación exacta) y que evangeliza a mujeres musulmanas en los barrios marginales. Su esposo trabaja en el pequeño negocio familiar y su hija Montahina estudia en la universidad.
Rojina, junto con otras mujeres de su iglesia, comenzó a visitar y conversar con las mujeres de la localidad, ganándose su confianza al compartir el evangelio en sus hogares. Al despedirse, les preguntaba qué necesitaban y si podía orar para que esa necesidad se viera satisfecha. Muchas aceptaban, aun sabiendo que era cristiana en su comunidad musulmana.
“Incluso los musulmanes quieren que alguien rece por ellos”, dijo. “Esa es una forma de bendición”.
Durante sus visitas, Rojina conoció a una anciana musulmana paralizada. Rojina le contaba historias de cómo Jesús había venido a salvar y sanar, y le preguntaba si creía que ella también podía ser sanada.
—No sé nada de Jesús, pero quiero sanar —respondió la mujer—. Si oran por mí para que pueda ser sanada en el nombre de Jesús, por favor, oren por mí.
Rojina se reunió con la mujer durante cuatro meses, perseverando en la oración todo ese tiempo. Soportó las burlas de la familia de la mujer, lo cual solo logró fortalecer su fe.
Tras ese tiempo, la mujer sanó y recuperó la capacidad de caminar. En su siguiente visita, se encontró con Rojina, a quien casi corrió a saludar. Y si bien la familia se alegró por la sanación, los hijos de la mujer se preocuparon por las consecuencias de una manifestación tan poderosa del cristianismo.
Dos días después, ellos y sus esposas le dijeron a Rojina que ya no podía visitar a la mujer. Poco después, los hijos reunieron a los lugareños y los condujeron a la casa de Rojina para amenazarla a ella y a Montahina.
En las semanas y meses siguientes, recibirían muchas más amenazas. Hombres los seguían hasta sus casas y exigían que Montahina dejara de asistir a la universidad.
Pero Rojina y Montahina continúan la obra de Cristo con amor, orando siempre por quienes las rodean. Rojina ha guiado a más de cien musulmanes a Cristo y sigue sintiendo el llamado a compartir el evangelio en su comunidad a mayor escala.
“Intento compartirlo todos los días”, dijo. “Tengo muchas ganas de contárselo a la gente”.
Rojina no es una misionera enviada a un lugar lejano para compartir el evangelio. Está transformando su propia comunidad y demostrando el poder de Cristo a través de la oración ferviente.
Resumen de «La voz de los mártires: Compartiendo a Cristo en los barrios marginales»: Sin miedo en un camino peligroso
(Traducido del inglés) Leer la publicación original. Fuente: Prayer Blog, America Pray Now. Usado con permiso.

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