Estracto del libro "La búsqueda de Dios"
Autor: A.W. Tozer
Nosotros los cristianos corremos peligro de perder a Dios entre las maravillas de su Palabra. Casi hemos olvidado que Dios es Persona, y que, por tanto, puede cultivarse su amistad como la de cualquier persona.
Es propio de la persona conocer a otras personas, pero no se puede conocer a una a través De un solo encuentro. Solo al cabo de prolongado trato y compañerismo se logra en pleno conocimiento.
Dios es persona, y en las profundidades de su poderosa naturaleza piensa, tiene deseos, goces, sentimientos, amor y padecimientos, como puede tenerlos cualquier otra persona.
Para darse a conocer a nosotros se nos presenta como una persona. Se comunica con nosotros por medio de nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones. El intercambio continuo e ininterrumpido de amor y pensamiento entre Dios y el alma creyente, es el corazón palpitante de la religión del Nuevo Testamento.
Conocemos esta relación personal entre Dios y el alma por medio de la conciencia que tenemos de ello. Se trata de algo personal, que no nos llega por conducto de un grupo de
creyentes, sino que cada persona, individualmente, sabe lo que es.
El conjunto se entera de ello por medio de las personas que lo forman. Y la persona es bien conciente de ello, porque es
imposible que el alma no se entere de ello, como ocurre con el bautismo de niños. Entra dentro de la esfera del conocimiento, de modo que el hombre "sabe" lo que es encontrarse con Dios, como sabe de cualquier otra cosa que le ocurre.
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Autor: A.W. Tozer
Nosotros los cristianos corremos peligro de perder a Dios entre las maravillas de su Palabra. Casi hemos olvidado que Dios es Persona, y que, por tanto, puede cultivarse su amistad como la de cualquier persona.
Es propio de la persona conocer a otras personas, pero no se puede conocer a una a través De un solo encuentro. Solo al cabo de prolongado trato y compañerismo se logra en pleno conocimiento.
Dios es persona, y en las profundidades de su poderosa naturaleza piensa, tiene deseos, goces, sentimientos, amor y padecimientos, como puede tenerlos cualquier otra persona.
Para darse a conocer a nosotros se nos presenta como una persona. Se comunica con nosotros por medio de nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones. El intercambio continuo e ininterrumpido de amor y pensamiento entre Dios y el alma creyente, es el corazón palpitante de la religión del Nuevo Testamento.
Conocemos esta relación personal entre Dios y el alma por medio de la conciencia que tenemos de ello. Se trata de algo personal, que no nos llega por conducto de un grupo de
creyentes, sino que cada persona, individualmente, sabe lo que es.
El conjunto se entera de ello por medio de las personas que lo forman. Y la persona es bien conciente de ello, porque es
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