Extracto del libro: Discursos sobre el avivamientoAutor: Carlos Finney
“Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia.”Habacuc 3:2
Se supone que el profeta Habacuc fue contemporáneo del profeta Jeremías y que el versículo arriba citado se dio en referencia a la cautividad babilonia de los judíos. Previendo los juicios que tenía que sobrevivir la nación judía, el alma del profeta se conmovió hasta la agonía y gritó congojadamente, “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.” Fue como si hubiera dicho, “¡Oh Señor! ¡No permitas que tus juicios desuelen a Israel! En medio de este horrendo tiempo, sean tus juicios un medio para hacer llegar el avivamiento entre nosotros. ¡En la ira acuérdate de la misericordia!”
La religión es el deber del hombre, y es algo que a él se le ve obligado cumplir. La misma consiste en obedecer a Dios con y de todo corazón: así, se puede decir que es su deber. Es verdad que Dios induce al hombre a cumplir su deber por medio de su Espíritu, por la razón de que el hombre natural es muy pecaminoso y no tiene ganas de obedecer a Dios. Si el hombre no tuviera necesidad de Dios de ser animado a la obediencia, tampoco habría necesidad de orar, “Oh Jehová, aviva tu obra…” El razonamiento de esta oración es el de que los hombres siempre no quieren obedecer, y si Dios no interpone su influencia a través del Espíritu Santo, ningún hombre obedecería los mandamientos de él.
La necesidad de un avivamiento presupone una declinación religiosa. Mucha de la religión auténtica en el mundo es resultado de un avivamiento. Parece que Dios se ha aprovechado de la conmovilidad del hombre y usa tales tiempos excitantes para despertarle a la obediencia. El hombre natural tiene tal sueño espiritual, y hay tantas cosas para distraer su atención de lo espiritual, que a veces es imprescindible que Dios le aguijonee con experiencias conmovedoras, hasta que se quiten esos obstáculos. A veces el hombre dormido necesita un fuerte toque para despertarle lo suficiente y moverle a buscar la gracia de Dios y para vencer su apatía y cumplir sus deberes.
No es que la religión verdadera consista solamente en experiencias conmovedoras. No obstante, los deseos carnales, los apetitos y la sensualidad obstruyen la religión, tal que la voluntad del hombre es esclavizada por ellos. Así, es preciso que Dios utilice los avivamientos para despertar a los hombres a la realidad de su culpa y peligro, y esto necesita ser de tal manera que se produzcan suficientes emociones y buenos deseos en el hombre para estimularlo a vencer los deseos carnales y a librar su voluntad a la obediencia hacia Dios.
Al repasar la historia de los judíos, se ve que Dios usó los avivamientos para mantener un buen estado de religión entre ellos. En esos avivamientos, había experiencias conmovedoras, causando a la gente, volver a Dios. Luego, dentro de poco tiempo, las influencias contrarrestadoras traían la declinación otra vez. Así, la religión de los judíos empeoraba de más en más, hasta que Dios, a través de su Espíritu, les convencía del pecado y los reprendía de nuevo. De esa manera, Dios ganó su atención y los encauzó para fijarse en la salvación, despertándolos y produciendo el avivamiento. Luego, las influencias contrarrestadoras se levantarían otra vez, la religión se disminuía y la nación judía entraba de nuevo en la lujuria, la idolatría y el orgullo.
Existe tan poco de principio en las iglesias actuales, tan poca firmeza y estabilidad de propósito, que si los sentimientos religiosos no se despertarán y quedarán despiertos, los contrarrestadores sentimientos mundanos y las atracciones sensuales prevalecerían. Y, como resultado, los hombres no obedecerían a Dios. Me parece que muchos de los hombres actuales tienen tan poca comprensión espiritual y sus principios están tan débiles, que si no son conmovidos a obedecer a Dios, muchos darán la vuelta y regresarán para no seguir en pos de Cristo. Ésta es una gran falta hoy, tal que las iglesias no experimentan la verdadera religión, sino a través de avivamientos.
Muchos han tratado de promover a la iglesia a obedecer a Dios sin usar avivamientos, pensando que el mejor método de impulsar a los hombres a la obediencia es el de andar lentamente, sin tiempo emocionante alguno[...] Sin embargo, el estado de la iglesia actual no está suficiente maduro para no necesitar avivamientos. Hay demasiado de lo político y de otras diversiones que descarrían la iglesia de la santidad. Estas distracciones son las necesarias para precisar de un fuerte avivamiento para contrarrestarlas.
Hasta que los cristianos maduren lo suficiente, cada esfuerzo de promover el cristianismo, sin avivamientos, será en vano. A mí, esto me parece como buena razón, y la historia de la iglesia demuestra que es la verdad.No creo que el cristianismo cambiará a las naciones paganas, sino por medio de avivamientos. Cada esfuerzo de afectar cambios genuinos a través de la educación o mejoramiento graduales, sin el evangelio, no servirá. Mientras las leyes de la humana queden fijadas, los esfuerzos carnales nunca podrán lograr cambios duraderos. Se necesita una profunda convicción del pecado; algo para despertar la conciencia endurecida y dormida de los perdidos.
Mientras los cristianos viven casi de igual modo de los paganos, es imposible que Dios, o los hombres, promuevan la verdadera religión, sino sólo por medio de los avivamientos. Dios ha usado los avivamientos muchas veces en la historia de la iglesia para estimular a los perezosos a la obediencia.
Por ejemplo, hay muchos que saben de su deber de obedecer a Dios, pero no lo cumplen a razón del temor de los hombres; temen las burlas de sus amigos. Otros tienen sus ídolos, y otros demoran en arrepentirse hasta que (según piensan ellos) hayan ganado muchas riquezas u otras cosas mundanas. Tales personas no van a abandonar sus vanidades hasta que sientan vergüenza por sus pecados y hayan sentido plenamente el peligro de estar eternamente en el infierno. Solamente entonces irán a Jesucristo para refugiarse.
Lo que el avivamiento es:
1 El avivamiento es la renovación del primer amor entre los cristianos, que luego resulta en despertar y convertir a los pecadores. En este sentido, el avivamiento en una comunidad despertará, vivificará y reclamará a los que se han apartado de Dios. La necesidad de un avivamiento presupone que la iglesia ha caído en la apostasía y que ella necesita volver otra vez al arrepentimiento.
2 El avivamiento siempre conlleva la convicción del pecado en los miembros de la iglesia. Los que se han apartado no pueden despertarse y volver de golpe al camino correcto; siempre necesitan escudriñar su corazón profundamente antes de empezar de nuevo en el servicio de Dios. Los orígenes del pecado necesitan descubrirse. En el avivamiento auténtico, los cristianos apartados siempre sienten convicción; ven sus pecados luciendo tan claros que muchas veces les parece ser que no hay esperanza de reconciliación con Dios. No siempre es tan fuerte, pero sí, el genuino avivamiento siempre es acompañado por la convicción del pecado.
3 Los cristianos que se han rebelado contra Dios volverán al arrepentimiento, pues el avivamiento es nada menos que un nuevo comienzo de la obediencia a Dios. Igual que un inconverso, el primer paso para el rebelde es el arrepentimiento; el quebrantamiento del corazón, el bajarse al polvo en humildad y el abandono del pecado.
4 Los cristianos se renovarán en la fe. Mientras uno está en la rebelión, está cegado al estado de los pecadores, sus corazones están duros y las verdades bíblicas son como sueños. Tal persona da su consentimiento a la verdad, y su conciencia y discernimiento igualmente dan la aprobación a ella. Sin embargo, su fe no la ve como acentuada; o sea, la verdad no está vista en su viva y eterna realidad. Pero al entrar a un estado revivido, ya no ve a los “hombres como árboles andando”, más bien, ve que la luz brilla tan refulgente que el amor de Dios se levantará de nuevo en su corazón. Esto los impulsará a trabajar celosamente para la salvación de otros. También, a razón de tener en sí tanto amor a Dios, el hombre revivido sentirá pena, dándose cuenta de la falta de amor a Dios en muchos otros.
Ese amor le impulsará a persuadir a sus vecinos a entregarse al Señor. Así, el tierno amor de Dios se perfeccionará en el hombre revivido, llenándole con una pasión para la salvación de almas. Esa pasión se ampliará hasta incluir a todo el mundo, trayendo una agonía al corazón por los que desean ver convertirse: sus amigos, parientes y hasta sus enemigos. El hombre renovado no solamente urgirá a ellos a rendirse a Dios con palabras, sino los llevará a Dios a través de la oración, con gemidos y lágrimas, implorando a Dios salvarlos del infierno.
5 El avivamiento rompe el poder del mundo y del pecado en los cristiano, y les da ventajas, engrandeciendo sus deseos para entrar al cielo. Además, les da un gusto del cielo y nuevos deseos para estar unidos a Dios. Y en sus vidas, la seducción del mundo se ve conquistada y la fuerza del pecado, vencida. Cuando las iglesias están despiertas y renovadas de esta forma, la reformación y la salvación de los pecados seguirán caminando en los mismos pasos de convicción, arrepentimiento y luego reformación, en los corazones ablandados y humillados. Muchas veces, los pecadores más duros son los que se convierten primeros; ¡las prostitutas, los borrachos, los ateos y personas semejantes se despiertan y convierten! Los más abandonados de los humanos se ablandan y son reclamados, convirtiéndose a hermosos ejemplos de la hermosura de santidad.
Habacuc 3:2
Se supone que el profeta Habacuc fue contemporáneo del profeta Jeremías y que el versículo arriba citado se dio en referencia a la cautividad babilonia de los judíos. Previendo los juicios que tenía que sobrevivir la nación judía, el alma del profeta se conmovió hasta la agonía y gritó congojadamente, “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.” Fue como si hubiera dicho, “¡Oh Señor! ¡No permitas que tus juicios desuelen a Israel! En medio de este horrendo tiempo, sean tus juicios un medio para hacer llegar el avivamiento entre nosotros. ¡En la ira acuérdate de la misericordia!”
La religión es el deber del hombre, y es algo que a él se le ve obligado cumplir. La misma consiste en obedecer a Dios con y de todo corazón: así, se puede decir que es su deber. Es verdad que Dios induce al hombre a cumplir su deber por medio de su Espíritu, por la razón de que el hombre natural es muy pecaminoso y no tiene ganas de obedecer a Dios. Si el hombre no tuviera necesidad de Dios de ser animado a la obediencia, tampoco habría necesidad de orar, “Oh Jehová, aviva tu obra…” El razonamiento de esta oración es el de que los hombres siempre no quieren obedecer, y si Dios no interpone su influencia a través del Espíritu Santo, ningún hombre obedecería los mandamientos de él.
La necesidad de un avivamiento presupone una declinación religiosa. Mucha de la religión auténtica en el mundo es resultado de un avivamiento. Parece que Dios se ha aprovechado de la conmovilidad del hombre y usa tales tiempos excitantes para despertarle a la obediencia. El hombre natural tiene tal sueño espiritual, y hay tantas cosas para distraer su atención de lo espiritual, que a veces es imprescindible que Dios le aguijonee con experiencias conmovedoras, hasta que se quiten esos obstáculos. A veces el hombre dormido necesita un fuerte toque para despertarle lo suficiente y moverle a buscar la gracia de Dios y para vencer su apatía y cumplir sus deberes.
No es que la religión verdadera consista solamente en experiencias conmovedoras. No obstante, los deseos carnales, los apetitos y la sensualidad obstruyen la religión, tal que la voluntad del hombre es esclavizada por ellos. Así, es preciso que Dios utilice los avivamientos para despertar a los hombres a la realidad de su culpa y peligro, y esto necesita ser de tal manera que se produzcan suficientes emociones y buenos deseos en el hombre para estimularlo a vencer los deseos carnales y a librar su voluntad a la obediencia hacia Dios.
Al repasar la historia de los judíos, se ve que Dios usó los avivamientos para mantener un buen estado de religión entre ellos. En esos avivamientos, había experiencias conmovedoras, causando a la gente, volver a Dios. Luego, dentro de poco tiempo, las influencias contrarrestadoras traían la declinación otra vez. Así, la religión de los judíos empeoraba de más en más, hasta que Dios, a través de su Espíritu, les convencía del pecado y los reprendía de nuevo. De esa manera, Dios ganó su atención y los encauzó para fijarse en la salvación, despertándolos y produciendo el avivamiento. Luego, las influencias contrarrestadoras se levantarían otra vez, la religión se disminuía y la nación judía entraba de nuevo en la lujuria, la idolatría y el orgullo.
Existe tan poco de principio en las iglesias actuales, tan poca firmeza y estabilidad de propósito, que si los sentimientos religiosos no se despertarán y quedarán despiertos, los contrarrestadores sentimientos mundanos y las atracciones sensuales prevalecerían. Y, como resultado, los hombres no obedecerían a Dios. Me parece que muchos de los hombres actuales tienen tan poca comprensión espiritual y sus principios están tan débiles, que si no son conmovidos a obedecer a Dios, muchos darán la vuelta y regresarán para no seguir en pos de Cristo. Ésta es una gran falta hoy, tal que las iglesias no experimentan la verdadera religión, sino a través de avivamientos.
Muchos han tratado de promover a la iglesia a obedecer a Dios sin usar avivamientos, pensando que el mejor método de impulsar a los hombres a la obediencia es el de andar lentamente, sin tiempo emocionante alguno[...] Sin embargo, el estado de la iglesia actual no está suficiente maduro para no necesitar avivamientos. Hay demasiado de lo político y de otras diversiones que descarrían la iglesia de la santidad. Estas distracciones son las necesarias para precisar de un fuerte avivamiento para contrarrestarlas.
Hasta que los cristianos maduren lo suficiente, cada esfuerzo de promover el cristianismo, sin avivamientos, será en vano. A mí, esto me parece como buena razón, y la historia de la iglesia demuestra que es la verdad.
No creo que el cristianismo cambiará a las naciones paganas, sino por medio de avivamientos. Cada esfuerzo de afectar cambios genuinos a través de la educación o mejoramiento graduales, sin el evangelio, no servirá. Mientras las leyes de la humana queden fijadas, los esfuerzos carnales nunca podrán lograr cambios duraderos. Se necesita una profunda convicción del pecado; algo para despertar la conciencia endurecida y dormida de los perdidos.
Mientras los cristianos viven casi de igual modo de los paganos, es imposible que Dios, o los hombres, promuevan la verdadera religión, sino sólo por medio de los avivamientos. Dios ha usado los avivamientos muchas veces en la historia de la iglesia para estimular a los perezosos a la obediencia.
Por ejemplo, hay muchos que saben de su deber de obedecer a Dios, pero no lo cumplen a razón del temor de los hombres; temen las burlas de sus amigos. Otros tienen sus ídolos, y otros demoran en arrepentirse hasta que (según piensan ellos) hayan ganado muchas riquezas u otras cosas mundanas. Tales personas no van a abandonar sus vanidades hasta que sientan vergüenza por sus pecados y hayan sentido plenamente el peligro de estar eternamente en el infierno. Solamente entonces irán a Jesucristo para refugiarse.
Lo que el avivamiento es:
1 El avivamiento es la renovación del primer amor entre los cristianos, que luego resulta en despertar y convertir a los pecadores. En este sentido, el avivamiento en una comunidad despertará, vivificará y reclamará a los que se han apartado de Dios. La necesidad de un avivamiento presupone que la iglesia ha caído en la apostasía y que ella necesita volver otra vez al arrepentimiento.
2 El avivamiento siempre conlleva la convicción del pecado en los miembros de la iglesia. Los que se han apartado no pueden despertarse y volver de golpe al camino correcto; siempre necesitan escudriñar su corazón profundamente antes de empezar de nuevo en el servicio de Dios. Los orígenes del pecado necesitan descubrirse.
En el avivamiento auténtico, los cristianos apartados siempre sienten convicción; ven sus pecados luciendo tan claros que muchas veces les parece ser que no hay esperanza de reconciliación con Dios. No siempre es tan fuerte, pero sí, el genuino avivamiento siempre es acompañado por la convicción del pecado.
3 Los cristianos que se han rebelado contra Dios volverán al arrepentimiento, pues el avivamiento es nada menos que un nuevo comienzo de la obediencia a Dios. Igual que un inconverso, el primer paso para el rebelde es el arrepentimiento; el quebrantamiento del corazón, el bajarse al polvo en humildad y el abandono del pecado.
4 Los cristianos se renovarán en la fe. Mientras uno está en la rebelión, está cegado al estado de los pecadores, sus corazones están duros y las verdades bíblicas son como sueños. Tal persona da su consentimiento a la verdad, y su conciencia y discernimiento igualmente dan la aprobación a ella. Sin embargo, su fe no la ve como acentuada; o sea, la verdad no está vista en su viva y eterna realidad. Pero al entrar a un estado revivido, ya no ve a los “hombres como árboles andando”, más bien, ve que la luz brilla tan refulgente que el amor de Dios se levantará de nuevo en su corazón. Esto los impulsará a trabajar celosamente para la salvación de otros. También, a razón de tener en sí tanto amor a Dios, el hombre revivido sentirá pena, dándose cuenta de la falta de amor a Dios en muchos otros.
Ese amor le impulsará a persuadir a sus vecinos a entregarse al Señor. Así, el tierno amor de Dios se perfeccionará en el hombre revivido, llenándole con una pasión para la salvación de almas. Esa pasión se ampliará hasta incluir a todo el mundo, trayendo una agonía al corazón por los que desean ver convertirse: sus amigos, parientes y hasta sus enemigos. El hombre renovado no solamente urgirá a ellos a rendirse a Dios con palabras, sino los llevará a Dios a través de la oración, con gemidos y lágrimas, implorando a Dios salvarlos del infierno.
5 El avivamiento rompe el poder del mundo y del pecado en los cristiano, y les da ventajas, engrandeciendo sus deseos para entrar al cielo. Además, les da un gusto del cielo y nuevos deseos para estar unidos a Dios. Y en sus vidas, la seducción del mundo se ve conquistada y la fuerza del pecado, vencida. Cuando las iglesias están despiertas y renovadas de esta forma, la reformación y la salvación de los pecados seguirán caminando en los mismos pasos de convicción, arrepentimiento y luego reformación, en los corazones ablandados y humillados.
Muchas veces, los pecadores más duros son los que se convierten primeros; ¡las prostitutas, los borrachos, los ateos y personas semejantes se despiertan y convierten! Los más abandonados de los humanos se ablandan y son reclamados, convirtiéndose a hermosos ejemplos de la hermosura de santidad.
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