Algunas personas
rechazan la idea de hacer votos, pero en la Biblia usted encontrará muchos
grandes hombres de Dios que fueron dirigidos por alianzas, promesas, votos y
compromisos. El salmista no se retractaba al hacer votos. "Los votos que
hice, yo los mantendré, oh Dios", dijo él. "Rendirte acciones de
gracia" (Sal 56.12).
Mi consejo en
esa cuestión es que si usted está realmente preocupado con su avance espiritual
- la obtención de nuevo poder, nueva vida, nueva alegría y nuevo reavivamiento
personal dentro de su corazón -, será bueno hacer ciertos votos y empeñarse por
cumplirlos. Si usted falla, póstrese en humillación, arrepiéntase y comience
nuevamente, pero siempre lleve en consideración los votos hechos. Ellos irán ayudándole a armonizar su corazón con los vastos poderes que fluyen del trono donde Cristo que está
sentado, a la diestra de Dios.
El hombre carnal
rechaza la disciplina de tales compromisos. Él dice: "Quiero ser libre. No
quiero tener cualquier voto sobre mí. No creo en eso. Eso es legalismo".
Bien, déjeme presentar el cuadro de dos hombres.
Uno de ellos no
hizo voto alguno. Él no acepta cualquier responsabilidad de ese tipo. Él quiere
ser libre. Y él es libre, en cierta manera así como un vagabundo es libre. El
vagabundo es libre para sentarse en un banco de jardín de día, dormir y colocarse un periódico por la noche, ser
puesto hacia fuera de la ciudad en la mañana de un jueves y volver y subir por las
escaleras rangentes de alguna pensión en la quinta a la norte. Ese hombre es
libre, pero también es inútil. Él sólo ocupa un lugar en el mundo, cuyo aire
respira.
Examinemos ahora
otro hombre - tal vez un presidente, o primer ministro o cualquier gran hombre
que carga sobre sí el peso del gobierno. Hombres así no son libres. Sin
embargo, con el sacrificio de su libertad demuestran poder. Si insisten en ser
libres, podrán serlo, pero sólo como el vagabundo. Escogieron, sin embargo,
estar amarrados.
Hay muchos
vagabundos religiosos en el mundo que no quieren estar amarrados a cosa
alguna. Ellos transformaron la gracia de Dios en libertinaje personal. Las
grandes almas, sin embargo, son aquellas que se aproximan reverentemente a Dios comprendiendo que en su carne no habita bien alguno. Y saben que, sin la
capacitación dada por Dios, cualesquiera de los votos hechos serían quebrados antes de
que se ponga el sol. No obstante, visto que creen en Dios, con reverencia asumen
ciertos votos sagrados. Ese es el camino para el poder espiritual.
Siendo así, hay
cinco votos que tengo en mente, que será bueno hacer y observar.
Comentarios
Publicar un comentario