CRUCIFICADO EN MI

Extracto del libro: No Améis al Mundo

Autor: T. S. Nee | pág. 14-16

Y debemos decir en verdad que el mundo está bajo un decreto de clausura. Babilonia cayó cuando sus campeones hicieron guerra contra el Cordero y, cuando por su muerte y resurrección, los venció el que es Señor de señores y Rey de reyes (Ap. 17:14). No hay futuro para ella.

Una revelación de la cruz de Cristo involucra para nosotros el descubrimiento de este hecho, que por medio de ella todo lo que pertenece al mundo está bajo sentencia de muerte. Seguimos viviendo en el mundo y utilizando las cosas mundanas pero no podemos formarnos un futuro con ellas pues la cruz ha deshecho toda la esperanza que teníamos en él. La cruz de nuestro Señor Jesús, podemos en verdad decir, ha arruinado nuestras perspectivas en el mundo, no hay nada en él por el cual vivir.

No existe manera alguna de salvación del mundo que no comience con tal revelación. Sólo necesitamos procurar escapar del mundo alejándonos de él para descubrir cuánto lo amamos, y cuánto nos ama. Podemos huir procurando evitarlo pero con seguridad que nos encontrará. Inevitablemente perdemos todo interés en el mundo y éste pierde su poder sobre nosotros en cuanto comprendemos que está condenado. Ver esto equivale automáticamente a ser cortado completamente de la economía de Satanás.

Al final de su carta a los Gálatas Pablo dice esto muy claramente: "Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo" (6:14). ¿Qué es lo que se destaca en este versículo? En cuanto al mundo, habla de los dos aspectos de la obra de la cruz. "Yo he sido crucificado al mundo" es una declaración que podemos encuadrar fácilmente dentro de nuestra comprensión de lo que es estar crucificado con Cristo tal como se define en otros pasajes tales como Romanos 6. Pero aquí dice también específicamente que "el mundo me es crucificado a mí". Cuando Dios se nos acerca con la revelación de la obra terminada de Cristo, no sólo nos muestra a nosotros mismos allí en la cruz, sino nos hace ver que nuestro mundo también está allí. Si tú y yo no podemos escapar del juicio de la cruz, entonces tampoco lo puede hacer el mundo. ¿Hemos en realidad visto esto? Esta es la médula del tema. Cuando comprendo esto entonces no procuraré repudiar a un mundo que amo; veo, en cambio, que la cruz ya lo ha repudiado. No procuro escapar de un mundo que se aferra a mí; veo, en cambio, que por medio de la cruz ya he escapado.

Al igual que muchos otros aspectos de la vida cristiana, el camino de la liberación del mundo nos causa sorpresa pues está en completa oposición a todos los conceptos naturales del hombre. El hombre busca solucionar los problemas del mundo alejándose físicamente de lo que él considera como zona peligrosa. Pero la separación física no produce la separación espiritual, y viceversa, el contacto físico con el mundo no implica esclavitud espiritual al mundo. Esclavitud espiritual al mundo es el fruto de ceguera espiritual y la liberación se produce cuando se nos abren los ojos. No importa cuan íntimo sea nuestro contacto con el mundo exteriormente, somos liberados de su poder cuando vemos su verdadera naturaleza. El carácter esencial del mundo es satánico, está en enemistad con Dios. Comprender esto significa encontrar liberación.

¿Cuál es tu ocupación? ¿Eres comerciante? 'Eres médico? No huyas de estos llamados o vocaciones. Escribe simplemente: El comercio está bajo sentencia de muerte. Escribe: La medicina está bajo sentencia de muerte. Si en verdad haces eso, de ahí en adelante cambiará toda tu vida. En medio de un mundo bajo juicio por su hostilidad a Dios sabrás lo que es vivir como uno que en verdad le ama y le teme a El.

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