Extracto del libro: Por qué no llega el Avivamiento
Autor: Leonard Ravenhill
La cenicienta de la iglesia es la oración. Esta criada del Señor es despreciada y desechada porque no
se adorna con las joyas del intelectualismo, ni las brillantes sedas de la filosofía, ni con la impresionante
tiara de la psicología. Lleva los delantales de honesta sinceridad y humildad. No teme arrodillarse. -
El defecto de la oración, humanamente hablando, es que no se apoya en la eficiencia mental. (Esto
no quiere decir que la oración sea la aliada de mentes enfermas, sino que en éstos sólo se aprecia la
eficiencia intelectual) Pero la oración requiere una sola cosa: espiritualidad.
No se necesita indispensablemente la espiritualidad para predicar, esto es, para dar sermones con
perfección homilética y exactitud de exégesis.
Mediante una buena dosis de memoria, ciencia, ambición
personal, desparpajo y una buena biblioteca bien cargada de libros, el púlpito puede ser conquistado por
cualquiera en nuestros días. La predicación de este tipo puede influenciar a los hombres, la oración
influye con Dios.
La predicación afecta al tiempo, la oración a la Eternidad. El púlpito puede ser un escaparate para
exhibir nuestros talentos; la oración significa lo contrario a exhibicionismo.
La tragedia de estos últimos tiempos es que tenemos demasiados predicadores muertos en los
púlpitos dando sermones al pueblo. ¡Qué horror! Una extraña cosa he visto «debajo del sol»: que aun en
círculos fundamentalistas se predica sin unción. ¿Qué es unción? Apenas lo sé. Pero sé lo que no es (o
por lo menos sé cuándo no está sobre mi propia alma).
Predicar sin unción mata en lugar de dar vida. El
predicador falto de unción es. Detrás sigue el cortejo de una poderosa organización eclesiástica nominal. En tanto, el diablo ha
sustituido la doctrina cristiana de la regeneración por la reencarnación budista; al Espíritu Santo, por los
espíritus familiares del espiritismo; los milagros, por las curaciones psicológicas de la Ciencia Cristiana;
a Cristo, por el Ecumenismo capitaneado por Roma.
Contra estos dos males gemelos, aunque aparentemente antitéticos, el sistema ateo y la organización
religiosa nominal, ¿qué tiene la verdadera Iglesia Cristiana para ofrecer? La mayor somnolencia; tanto
en el púlpito como en la Prensa ha tomado el lugar de la contraofensiva religiosa de siglos pasados.
Hasta Roma ya no nos llama protestantes, sino acatólicos, o hermanos separados. ¿No es esto significativo? ¿Quién contiende hoy eficazmente por la fe una vez dada a los santos? ¿Dónde están nuestros
valientes guerreros de los púlpitos?
Los predicadores, que deberían estar «pescando hombres», están
buscando cumplimientos y halagos humanos. Los predicadores, que antes sembraban semillas, siembran
ahora perlas de intelectualismo. (¡Imaginaos qué cosecha produciría un terreno sembrado con perlas!)
¡Muera con esta predicación paralítica que carece de poder porque ha sido engendrada en una tumba
en vez de en una matriz viva, pues procede de un alma sin fuego del Espíritu Santo, ni oración!
Si Dios nos llamó al ministerio, queridos hermanos, os digo que debemos empeñarnos en obtener la
unción. Sobre todas las cosas buscadas, busca unción, a menos que nos conformemos con altares
estériles adornados de intelectualismo sin unción.
Nuestra oración, sin embargo, necesita ser engendrada y perseguida con una energía incansable,
una persistencia imperturbable y un valor que nunca desfallezca.
E.M. Bounds
Pero vosotros, amados, edificaos en vuestra santísima fe, ORANDO EN EL ESPÍRITU SANTO.
Judas
¡Oh!, que podamos ser nosotros profundamente conmovidos por el estado languideciente de la
Causa de Cristo hoy día sobre la tierra, por las entradas del enemigo y las desolaciones que ha
producido en Sión. ¡Ay!, que un espíritu de indiferencia, o por lo menos de fatalístico estoicismo, nos
mantiene helados a muchos de nosotros.
A.W. Pink
La oración era la ocupación preeminente de su vida.
El biógrafo de Edwin Payson
Días enteros y semanas ha pasado postrado sobre el suelo en oración silenciosa o audible.
George Whitefield
Todos los despertamientos empiezan en la cámara secreta; ningún corazón arde en fe sin mucha
conversación secreta con Dios, y nada puede sustituir su falta.
Berridge
Fuente: http://libroscristianosgratis.net
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