Extracto del Libro: Esperando en Dios
Autor: Andrew Murray
Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la
tierra. (Salmo 37:33)
Si deseamos hallar a un hombre a quien hemos de ver, inquirimos en los sitios en que esperamos encontrarle. Cuando esperamos en Dios, necesitamos ser cuidadosos en guardar sus caminos; fuera de ellos no hay esperanza alguna de encontrarle. «Tú recibes el que se regocija y obra justicia; los que te recuerdan en tus caminos». Podemos estar seguros que Dios no será hallado si no es en sus caminos. Y que, el alma que le busca y le espera pacientemente, lo encontrará sin ninguna clase de duda. «Espera en Jehová, y guarda su camino, y El te exaltará
para heredar la tierra».
Cuán semejante es la relación entre las dos partes del mandato: «Espera en el Señor» —esto tiene que ver con la adoración y la disposición—y «guarda su camino» —esto se refiere a la forma de andar y de obrar—.
La vida externa debe estar en armonía con la interna; la interna debe ser la inspiración y la fuerza de la externa. Es nuestro Dios que ha hecho conocer su camino en su Palabra para que rijamos con Él nuestra conducta, y que nos invita a que confiemos en su gracia y ayuda en el corazón. Si no guardamos su camino, el que esperemos en Él no nos traerá bendición. La entrega a la completa obediencia a su voluntad es el secreto del pleno acceso a todas las bendiciones de su comunión.
Notemos lo claramente que se ve esto en el Salmo. Habla del impío que prospera en su camino y le dice al creyente que no tenga envidia. Cuando vemos a nuestro alrededor a hombres que viven vidas prósperas y felices, que no siguen los caminos del Señor, mientras que nosotros nos hallamos en dificultades o sufrimiento, corremos el peligro de extrañarnos de algo que nos parece raro, y luego, ceder poco a poco, para buscar nuestra propia prosperidad en el camino que ellos siguen. El Salmo dice: «No te impacientes... Confía en Jehová, y haz el
bien... Encomienda a Jehová tu camino... Guarda silencio ante Jehová... Deja la ira y depón el enojo... Apártate de lo malo y haz el bien... El Señor... no abandona a sus santos... El justo heredará la tierra... La ley de su Dios está en su corazón; por tanto sus pies no resbalarán».
Y luego sigue —estas palabras aparecen por tercera vez en el Salmo—:
«Espera en Jehová, y guarda su camino». Haz lo que Dios te pide que hagas; Dios hará más de lo que tú le pides que haga.
Y que nadie tenga miedo de no poder guardar su camino. Esto es lo que menoscaba la confianza. Es verdad que no tenemos la fuerza para guardar todos sus caminos. Pero, guarda cuidadosamente aquellos para los que ya has recibido fuerzas. Entrégate voluntariamente y con confianza para guardar los caminos de Dios. Entrégate voluntariamente y con confianza para guardar los caminos de Dios, con la fuerza que recibirás esperando en Él. Entrega todo tu ser a Dios sin reservas y sin vacilaciones. Él te mostrará que es tu Dios, y obrará en ti
aquello que le agrada por medio de Jesucristo. Guarda sus caminos tal como los conoces en la Palabra. Guarda sus caminos, como te enseña la naturaleza, haciendo en todo momento lo que parece ser recto.
Guarda sus caminos como la providencia te los señala. Guarda sus caminos como el Santo Espíritu te sugiere. No pienses en esperar en Dios cuando dices que no estás dispuesto a trabajar en su camino. Aunque te sientas débil, con tal que quieras, Aquel que obra en nosotros el querer, obrará el hacer con su poder.
«Espera en Jehová, y guarda su camino». Puede que el ser consciente de tus deficiencias y pecado haga que el texto te parezca más un estorbo que una ayuda para esperar en Dios. No ha de ser así. ¿No hemos dicho más de una vez, que el verdadero punto de partida y base de este esperar es una impotencia total y absoluta? ¿Por qué, pues, no acudir a Él con todo lo malo que sabes hay en ti, todos los recuerdos de tu mala voluntad, desidia, infidelidad y todo lo que te está acusando en la conciencia para auto condenación? Pon tu poder en la omnipotencia de Dios, y encuentra tu liberación en la espera en Dios.
Tu fracaso ha sido debido sólo a una cosa. Buscabas vencer y obedecer sólo en tu propia fuerza. Ven e inclínate delante de Dios hasta que aprendas que sólo Él, Dios, es bueno y sólo Él puede obrar lo bueno.
Cree que en ti y en todo lo que la naturaleza puede hacer, no hay verdadero poder. Recibe contento del hecho de estar Dios en todo momento obrando su poderosa gracia y vida en ti, y de qué esperas en Dios para que renueve tu fuerza para andar por sus caminos sin cansarte, para correr por sus sendas, sin desmayar.
«Espera en Dios y guarda sus caminos», es a la vez una orden y una promesa. ¡Mi alma espera sólo en Dios!
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